IV

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Aidan no respondió. Dejó de caminar de un lado a otro y se quedó de pie, de espaldas, tenso y cabizbajo. Estaba dolido, _____ comprendió acercándose a él para abrazarlo. Nada más tocarlo, las emociones que la habían embargado se intensificaron. Él era fuerte y musculoso, y su espalda, contra la que se apretaba, parecía de acero. Olía a perfume caro, a ropa limpia. Entonces él se soltó y se volvió. Puso las manos sobre sus hombros, inclinó la cabeza y la besó en la sien. _____ contuvo el aliento y dio un paso atrás.

-¿Y tus objeciones? ¿Cuáles son? -

-Cuando se te ocurre una idea eres incapaz de olvidarla, ¿verdad? - Contestó ella, alzando la cabeza.

-Acabas de darte cuenta? - Sonrió él. _____ sonrió, se cruzó de brazos y alzó un dedo para golpearse el mentón, pensativa, diciendo:

-Objeciones, vamos a ver... No sé, ni siquiera había pensado nunca en el matrimonio. Era demasiado joven, cuando tenía novio. -

-Sí, ¿cómo se llamaba? -

-Se llamaba Chip, y lo sabes muy bien. Jamás te gustó, ¿verdad? -

-Quizá pensara que no era lo suficientemente bueno para ti. - Contestó Aidan, encogiéndose de hombros.

-Pues tenías razón. - Rió _____. - Gracias a Dios, me di cuenta a tiempo. En realidad, era un buen chico. Simplemente no era para mí; Me gustaba lo que me daba, es cierto. Su forma de adorarme, la ilusión de sentir que le pertenecía, la seguridad. En el fondo, todo eso me gustaba mucho más que él. Y por eso no habría sido justo que nos casáramos... - _____ terminó quedando en silencio.

-Volvamos a las objeciones. - Sugirió él.

-No lo sé, supongo que siempre he pensado que cuando me casara lo haría por las razones normales. -

-¿Qué razones normales? -

-Ya sabes: amor, pasión... - Nada más decir aquellas palabras el rostro de Aidan se transformó. No se movió, pero sintió que la atmósfera de la habitación se cargaba. Una extraña, una salvaje llama prendió en sus profundos ojos verdes, que de pronto se fijaron en los labios de haciéndola estremecerse y cortándole el aliento.

-Pasión, te prometo que la tendrás. - Dijo él en voz baja y profunda.

_____ se quedó atónita. Aquel era Aidan, su mejor amigo. Pero las emociones despertadas en ella no eran las de la amistad. Sentía como si un lazo inexorable la atrajera hacia él. Casi podía sentir de nuevo sus brazos alrededor, mientras arqueaba todo el cuerpo hacia él y los labios se le derretían. ¿Cómo carajos había tardado tanto en darse cuenta de lo increíblemente atractivo que era? ¿O sí se había dado cuenta? ¿Se había negado, simplemente, a reconocerlo? Quizá. Después de todo, él estaba casado.

-Aidan... -

Aidan dio un paso hacia ella, pero ella alzó instintivamente una mano para detenerlo. Sin embargo Aidan la agarró de la mano y tiró de ella hacia él.

-¿No crees que deberíamos investigar lo que podría surgir entre nosotros dos? - Preguntó atrayéndola a sus brazos con firmeza, mientras ponía las manos sobre sus hombros. _____ pretendía rechazarlo, pero se sentía débil y temblorosa. Y él no la soltó. Ella permaneció inmóvil, sintiendo la erótica y electrizante sensación que emanaba de él. Era perfectamente consciente de la excitación de su cuerpo masculino, y esa excitación la sorprendía.

-No... no lo sé. Jamás había pensado en ti... en ti y en mí... más que como amigos... - Dijo con ojos llenos de lágrimas. - Eres mi mejor amigo, y no quiero echar eso a perder, necesito que seas mi amigo, Aidan. - Se hizo el silencio. Él no se movió. No la soltó, pero tampoco la estrechó con más fuerza. Ella mantuvo la cabeza baja, sabiendo que si la levantaba en ese preciso instante la discusión habría acabado y su relación se habría transformado para siempre. No obstante, a pesar de todos sus razonamientos y de toda su prudencia, no pudo evitar preguntarse qué sentiría haciendo el amor con él. ¿Se mostraría Aidan; delicado, o ardiente y salvaje, como en ese momento?

𝐔𝐧 𝐇𝐢𝐣𝐨 𝐓𝐮𝐲𝐨 [ᴀᴅᴀᴘᴛᴀᴄɪᴏ́ɴ] (𝓐. 𝓖.)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora