En un universo alternativo de Dragon Ball, después de la angustiante batalla en Namek, Goku regresa victorioso pero marcado por la profunda experiencia de ver morir a su hijo Gohan a manos de Freezer. A pesar de lograr la resurrección de Gohan graci...
En un abrir y cerrar de ojos, Shin, Kibito y Goku pasaron de estar en el destruido torneo de artes marciales al majestuoso Planeta Sagrado. La transición fue tan vertiginosa que dejó a Goku asombrado, quien no pudo contener su curiosidad y preguntó a Shin cómo había logrado tal hazaña. Con calma, Shin explicó que poseía el poder de teletransportarse a cualquier lugar con solo desearlo.
Goku, emocionado por la perspectiva de aprender una nueva técnica, le pidió a Shin que le enseñara cómo teletransportarse. Sin embargo, Shin le explicó que antes de dominar tal habilidad, Goku debía someterse a semanas de preparación y meditación intensa. Le planteó la idea de aislarse durante un tiempo prolongado, confrontándose solo a sí mismo como el primer paso para volver a conectarse con su yo interno y reprimir las emociones negativas.
El Planeta Sagrado, por su naturaleza tranquila y sagrada, sería el lugar perfecto para llevar a cabo este entrenamiento espiritual.
Kibito detuvo a Goku antes de que comenzara su camino hacia la meditación, con una mirada de desaprobación hacia la ropa desgastada que llevaba.
Kibito: "No me parece adecuado que traigas esos andrajos a este Planeta Sagrado".
Goku se percató de la validez de la observación de Kibito. Su atuendo estaba hecho jirones por la intensa batalla con Vegeta.
Sin esperar respuesta, Kibito apuntó un dedo hacia Goku y lanzó un rayo mágico que transformó sus ropas en unas más apropiadas para el lugar.
Goku, sorprendido por el cambio repentino, observó con curiosidad el nuevo conjunto que cubría su cuerpo.
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Shin, con una sonrisa, agregó: "Se ve muy bien con esas ropas, señor Goku".
Goku, aunque agradecido por el gesto de Kibito, expresó su incomodidad con la ropa nueva. No estaba acostumbrado a usar prendas de manga larga y sentía que le impedirían concentrarse adecuadamente en su meditación.
Goku: "No me siento tan cómodo con estas ropas, Kibito. ¿Podrías hacer algo más parecido a lo que llevaba antes?"
Kibito estaba a punto de negarse, argumentando que las prendas eran adecuadas para el entorno del Planeta Sagrado. Sin embargo, Shin intervino para convencerlo de lo contrario, señalando que Goku necesitaba estar lo más cómodo posible para lograr una meditación efectiva.
Shin: "Debes considerar el bienestar de Goku durante su meditación, Kibito. Si estas ropas lo distraen, no podrá alcanzar la concentración que necesita".
Finalmente, Kibito cedió ante la persuasión de Shin y transformó las ropas de Goku en un diseño más similar al que llevaba antes, aunque con algunos cambios de color que consideraba más adecuados para el ambiente del Planeta Sagrado.
Goku, al ver su nuevo traje, se sintió más cómodo y agradecido con Kibito por haber tomado en cuenta sus preferencias. Observó cada detalle del atuendo: el gi azul con el cinturón blanco, los brazaletes rosas, los pantalones ocre y los zapatos negros de kung fu con medias blancas. Era una combinación que le resultaba familiar y reconfortante.
