En un universo alternativo de Dragon Ball, después de la angustiante batalla en Namek, Goku regresa victorioso pero marcado por la profunda experiencia de ver morir a su hijo Gohan a manos de Freezer. A pesar de lograr la resurrección de Gohan graci...
En las horas previas al inicio del torneo, el ambiente estaba saturado de una mezcla de determinación y melancolía. Goku, rodeado por su familia, no pudo evitar sentir el inmenso peso de la responsabilidad que descansaba sobre sus hombros. Mientras abrazaba a cada uno de sus seres queridos, una sensación de gravedad y propósito profundizaba en su corazón. Sabía que esta batalla no era como las demás, no había espacio para la diversión ni el entretenimiento personal. Este era un combate por la supervivencia, no solo de su familia, sino de toda la Tierra y, en un sentido más amplio, del universo mismo.
Mirando a los ojos a sus hijos y a su esposa, Goku encontró un reflejo de todas las razones por las que luchaba. Cada sonrisa, cada gesto de ánimo, incrementaba su resolución. No podía permitirse el lujo de ver este torneo como otro desafío a conquistar o como una oportunidad para probar su fuerza. No, esta vez, la lucha era por algo mucho más grande. La amenaza de la extinción pendía sobre ellos, una sombra que oscurecía el habitual espíritu competitivo de Goku.
En su mente, repasaba cada enfrentamiento, cada entrenamiento, cada momento de superación personal, no como un guerrero en busca de la próxima gran batalla, sino como un protector, un defensor de la vida en su forma más preciada. Las palabras de despedida de su familia resonaban en su mente, no como un eco de tristeza, sino como un clarín de batalla, recordándole la inmensidad de lo que estaba en juego.
El momento había llegado. Daishinkan informó a Whis que era hora de llevar a los participantes al reino de la nada para el comienzo del torneo. Los guerreros, conscientes de la importancia del momento, se reunieron junto con Whis, Bills, el Supremo Kaioshin y el anciano Kaioshin. Formando un círculo, se tomaron de las manos, preparados para lo desconocido. A su alrededor, la atmósfera se llenó de una energía tensa pero esperanzadora.
Whis, con su usual serenidad, inició el proceso. Los guerreros y los dioses comenzaron a elevarse, y en un destello de luz, estaban listos para desaparecer. En ese instante, Bulma, Chi-Chi y el Maestro Roshi, junto con otros amigos y familiares, observaban con una mezcla de orgullo, preocupación y asombro.
Bulma: ¡Cuidense mucho y ganen ese torneo, por todos nosotros!
Chi-Chi, con lágrimas en los ojos pero una fuerza innegable en su voz, dijo.
Chi-Chi: ¡Goku, asegúrate de volver a casa con todos!
Maestro Roshi, intentando mantener su compostura habitual, pero con un evidente brillo de emoción en sus ojos, añadió.
Maestro Roshi: Buena suerte muchachos ¡Muestren al multiverso de lo que están hechos!
Con esas palabras resonando en el aire, el grupo desapareció en un destello, dejando tras de sí un silencio lleno de esperanza y determinación. Los que quedaban atrás se aferraban a la fe en sus seres queridos, confiando en que superarían los desafíos que les esperaban y regresarían victoriosos, no solo por su universo sino por el amor y la vida que todos compartían.
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