Habían pasado dos años. Dos años en los que yo había aprendido a ser feliz de nuevo. Presumía con orgullo del anillo en mi mano, que me convertía en la señora Ragnvindr. Todavía no había asimilado aquello. Seguía sintiéndose como un sueño.
El Viñedo del Amanecer dejó de ser mi refugio para convertirse en mi hogar. Los trabajadores de Diluc se volvieron mis amigos y confidentes. La gente de Mondstadt era entonces como una gran familia para mí. Todo a mi alrededor estaba mejor que nunca.
Miré la barriga en mi reflejo. Las ideas me golpearon al darme cuenta de la posibilidad que se me presentaba. Apoyé mis manos con cuidado en mi vientre y dejé que mi imaginación volara, tanto que hasta me vi algo más gruesa que días anteriores.
-¿Qué tal? -saludó Diluc, regresando de su ducha.
-A ti no... -murmuré, sin apartar la vista de mi tripa-. ¿A ti no te parece que he cogido unos kilos?
-¿De qué estás hablando? -bufó. Se acercó a mí hasta detenerse a mis espaldas y observar nuestros reflejos en el espejo-. Yo te veo preciosa, amor. No digas tonterías.
-¿Estás seguro? -insistí.
-Te veo igual que siempre -aseguró-. Tal vez incluso más guapa que ayer, eh.
Logró, como siempre, sacarme una sonrisa.
-Diluc... -musité. Me miró en silencio, expectante-. Mi... Mi periodo se está retrasando demasiado... Demasiado, ¿sabes?
La sorpresa le cruzó el rostro, pero no parecía molesto con aquello, ni incómodo ni nervioso. Simplemente me miró a los ojos a través del espejo para luego sonreír de oreja a oreja, invadido por la felicidad propia que correspondía a lo que yo estaba insinuando.
-¿Estás embarazada? -inquirió, emocionado, poniendo sus manos también sobre mi vientre, encima de las mías. Me dio beso en la mejilla con tantas ganas que hasta hizo ruido.
-Quizá -respondí, contagiada de su emoción.
No cabía en sí de la ilusión que le había hecho la noticia. Me miró, me abrazó, me besó... Todos y cada uno de sus gestos denotaban emoción.
-Por Los Siete -dijo al fin-. Mi padre estaría muy orgulloso y feliz por nosotros ahora mismo...
Aquello me hizo pensar en mi tía. Sin duda, ella también habría estado rebosante de alegría y habría ido predicando a todos sus conocidos la buena noticia. Suspiré también al recordarla.
-A mí tía le habría hecho la misma ilusión -musité, ahora con la vista agachada a mi vientre.
Todavía era plano, por supuesto, pero todo apuntaba a que dentro de mí ya estaba formándose una nueva personita, una versión en miniatura de Diluc y de mí. Y me reí por lo tierno que se me hizo imaginar algo así.
Suspiré de nuevo, con la felicidad adornando mis gestos. Me había acostumbrado tanto a la desgracia que ya no recordaba lo bella que podía ser la vida. Después de años viviendo en una escala de grises que cada vez se apagaba más, había vuelto a ver los colores a mi alrededor. El color de mis vestidos, el color de mi sonrisa... y el color de mi felicidad.
Fin.
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(Recuerdo que esta historia es solo un borrador que tenía y que apenas la he revisado o modificado desde que la escribí en 2021. Perdón si hay incoherencias o da cringe o cualquier cosa de estas aksjdj)
Aun así, muchas gracias si has llegado hasta aquí. Si te interesa, te dejo por aquí mi cuenta principal donde subo cosas algo más decentes, por si te pica la curiosidad hehe
☆banellow☆Y como siempre, muchas gracias. Recuerda beber agua, comer lo suficiente y dormir lo necesario <3
Un saludo de Banellow
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Héroe Carmesí [Diluc y Tú]
أدب الهواة«En Mondstadt había conocido a un chico. Se llamaba Diluc, y recordaba a la perfección su pelo rojo, ojos carmesís y su sonrisa. Éramos adolescentes, valientes e impulsivos y, sin haberlo planeado, nos enamoramos. Aunque éramos simplemente unos crío...