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22 de Febrero de 2024

La estadía en Japón había finalizado, tenían que regresar a Corea a preparar sus horarios y cursos para las clases de este semestre.

Ese último día salieron a comer por los diferentes restaurantes, se tomaron fotos con la cámara instantánea que había traído el pelinegro, y compraron algunos objetos para llevar de recuerdo.

—Estas se verán muy bonitas en el álbum de fotos —sonrió

—¿Y si nos quedamos a vivir en Japón? —preguntó Hanbin haciendo un puchero

—Pero... no podemos hacer eso, amor

—Hubiera sido bonito que sí —bajó la mirada —¿nos subimos a los juegos mecánicos? —el castaño asintió y lo siguió

Al llegar la tarde, ambos chicos regresaron al hotel. Hao observó el jacuzzi y decidió meterse mientras Hanbin se quedó ordenando la ropa en las maletas.

Se desnudó dejando la ropa a un lado y se sentó en la tina dejando que el agua caliente recorra su cuerpo. Miró su anillo soltando una tierna sonrisa, había pasado muchas cosas con Hanbin y agradecía que a pesar de todo él se había quedado a su lado.

Cerró los ojos unos minutos relajándose  y sintió como el agua se movía, sabía que Hanbin había entrado pero quiso abrir los ojos.

Este le empezó a acariciar los pies y las piernas por debajo del agua hasta llegar a su entrepierna. En aquel momento, Hao abrió los ojos sonrojandose.

—E-espera —rió tímido

—¿Quieres estrenar este jacuzzi? —susurró

—Me gustaría estrenar muchas cosas contigo, pero aprovechando que estás aquí me gustaría hablar contigo

—Podemos hablar mientras estrenamos el jacuzzi —le tomó la mano —ven acá

Hao no puso resistencia y fue a él sentándose en su regazo, a pesar de querer sólo conversar en un inicio, terminó moviendo sus caderas frotando el miembro de su novio.

—Ha... Hanbin... mgh... ¿qué canción bailaremos... en nuestra boda?

—La que tú quieras, selecciona una y yo crearé la coreografía

—Pero... mgh... tiene que ser una canción lenta... mgh... estuve pensando en Lover —sus caderas se fueron moviendo más rápido creando pequeñas olas en el agua

—Me parece una excelente decisión —el pelinegro no pudo aguantar más y terminó colocando su miembro dentro de la entrada de su novio —ah... —gimió

—¿Le... le... le dirás a... ah... tú mamá?

—¿Que me voy a casar? —jadeó —claro que sí

—Le pienso decir a mis padres... pero no sé si vengan... mgh... de todas formas les voy a enviar algún video

Dejaron de hablar por unos minutos para sentir sus roces. Hanbin lamió su cuello y mordisqueó sus pezones sacándole gimoteos, repetía a cada rato que lo amaba y el castaño sonreía en respuesta.

—Te amo tanto... mgh... me casaría mil veces contigo si pudiera

—Claro que puedes —sonrió y el castaño se sorprendió por la respuesta

—¿En serio?

—Sí, amorcito, podemos casarnos todas las veces que queramos

—Qué bueno —sonrió dando suaves saltos en el agua sintiendo una cosquilleo en su abdomen dando indicio a que se iba a venir —Hanbin... creo que...

—Ven —se levantó dándole la mano para que lo siga. Al regresar a la cama lo acostó suavemente y lo penetró lentamente besándolo en cada momento hasta que logró su cometido

Se vinieron al mismo tiempo, Hanbin lo tomó de la cintura cargándolo en el aire apagándose para sentir su cuerpo aún mojado contra él.

—Te amo, mi amor —decía con voz agitarse soltando su líquido dentro de él

—Mgh... yo... yo también... tanto... tanto... —lo besó dejando ingresar la lengua del contrario en su cavidad bucal hundiéndose en un tierno beso francés lleno de cariño y deseo

...

Llegaron al aeropuerto y después de esperar casi una hora, subieron a bordo. El tiempo de vuelo hacia Corea era corto así que no tardaron en llegar a su destino. Descendieron extrañando los aires de Japón pero felices por volver a su país.

Hanbin estaba feliz de por fin haber llegado, no aguantaba más estar en ese avión. Hao se rió de él al verlo todo pálido.

—¿Cómo piensas casarte conmigo si con sólo 3 horas de vuelo te pones así? —le dio beso

—¿Qué tiene que ver una cosa con la otra?

—Pues... en este país no nos podemos casar, y en ningún otro país cercano a este tampoco, tendremos que irnos a un país más lejano y eso implica más horas de viaje

—Entonces tendré que drogarme de pastillas —el castaño comenzó a reír

Apenas abrieron la puerta de su casa y encendieron las luces, un gran sonido al unísono gritando los asustó.

—¡¡Bienvenidos de vuelta!! —sus tres amigos estaban ahí, habían organizado una fiesta sorpresa

—Chicos... esto es muy adorable —Hao corrió a comer los bocadillos coreanos, ya los extrañaba

—¿Cómo entraron a nuestra casa? —a diferencia del menor, Hanbin parecía consternado

—Por la puerta —respondió Jiwoong irónicamente y Matthew se giró a él para chocar las manos

—Sí, ya vi

—¿Eso es un anillo? —Taerae se distrajo al notar al castaño con aquel objeto reluciente

—Oh... sí, si lo es —Hao se acercó a lado de su novio y le tomó la mano entrelazando los dedos para darle la gran noticia a sus amigos

—Chicos... —se llenó la sala de suspenso —Hanbin y yo... ¡nos vamos a casar!

—¡¿QUÉ?! —volvieron a gritar al unísono, sus muecas de felicidad llenaron sus rostros y se dedicaron a abrazar a los chicos

—¿Cómo así?, ¡cuenten todo el chisme!

—Matt, cálmate —Tae le tomó el brazo —ya nos van a decir, deja que disfruten de su compromiso

—Gracias —respondió Hao sonriendo

—Pero Matt tiene razón —respondió —nos tienen que decir como pasó y con lujo de detalles

El castaño sonrió y junto a Hanbin pasaron las horas contándoles exactamente como sucedió y algunas cosas que hicieron en el viaje.

Les entregaron los regalos que trajeron de Japón para ellos, y después de conversar un rato más, se dedicaron a disfrutar de la fiesta de bienvenida.

Mi segundo primer amor ☆ HaobinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora