𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 7

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"¿Ceder o resistir?"

Regulus siempre tuvo un dilema con ello.

Desde que era niño, cuando Sirius respondía altanero y se resistía. Regulus veía el castigo y pensaba.

"¿Debería hacer lo mismo?"

No lo hizo, pensaba que era estúpido. No te arriesgabas por perder el control un segundo.

Su dilema siguió cuando Sirius se fue. Regulus tomó sus responsabilidades y otra vez pensó.

"¿Debería hacer lo mismo?"

No lo hizo.

Pasó mucho tiempo hasta que se decidió por ambas. Cedió desde el momento en que se quedó callado cuando sus padres lo tomaron cual muñeco de porcelana y lo moldearon para ser el hijo que Sirius nunca fue. Reglas, lecciones, castigos.

Regulus resistió porque sabía que no sería para siempre, no saldría corriendo como su hermano, se quedó y aguantó cada golpe.

¿Para qué?

¿Por qué soportar tanto?

¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué?

Sabía que llegaría el momento en que los golpes de Walburga dejarían de doler, físicos o emocionales, ella dejó en el fondo a Regulus, de rodillas y en la oscuridad absoluta. Regulus salió de ahí incluso cuando le sangraron las uñas por escalar, incluso si se doblaba de dolor y le costaba respirar. No se detuvo.

Y nunca lo había contemplado bien. Regulus seguía escalando y ya no estaba tan oscuro, había varias luces alumbrando su camino, Remus estaba a un lado, Barty y Evan al otro.

¿Pero por qué la oscuridad no se iba?

¿Por qué no podía ver más allá de sus pies?

Era porque Walburga y Orion seguían vivos.

Lo entendió desde el momento en que puso un pie en la mansión después de meses, no volvía desde que Sirius empezó a dejar recados en la compañía.

Sentía que si volvía Walburga lo sabría con tan solo verlo a los ojos.

El lugar seguía siendo tan hueco como lo recordaba, con colores fríos y oscuros, las paredes tapizadas y llenas de retratos de toda la familia Black, los muertos y vivos que nunca traicionaron a la sangre, atrapados en la antigüedad y años de tradiciones estúpidas. Sus ojos lo seguían por los pasillos donde solo se escuchaba el sonido de sus zapatos contra el suelo. Era lúgubre, sombrío, el aire parecía infestado, pesado contra sus pulmones.

Regulus no se detuvo a mirar nada, las cortinas seguían siendo las mismas, los muebles, las lámparas, cada maldita cosa en su lugar como si estuvieran pegadas y condenadas a mantenerse en su lugar para que la mansión siguiera en pie.

Nunca cambiaba.

Nunca.

La única forma en que lo haría era reduciéndola a cenizas. Regulus añadió eso en su lista de cosas por hacer.

El tomaría todo lo que los Black tenían, todos esos años de mentiras,  encubrimientos y los destruiría. La mansión quedaría hecha pedazos, escombros por todas partes, los retratos ya no existirían, no serían nada. Regulus tampoco sería nadie.

Soñaba con eso constantemente, sus ideas fantasiosas que no se atrevía a contarle a nadie, que solo se permitía pensar cuando estaba a punto de dormir. ¿Estaba mal?

¿Estaba mal de la cabeza?

Regulus cree que sí. Definitivamente algo está mal con él desde hace mucho, porque sabe que no es normal que no pueda derramar ni una sola lágrima incluso si se está retorciendo por dentro, sabe que no puede desconocerse incluso si está frente al espejo, mirando su propio rostro.

Ultraviolence | Jegulus |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora