𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 8

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Regulus quería sumergirse en un sueño profundo por años.

Necesitaba descansar, cerrar los ojos y abrirlos hasta que cumpliera 35, con suerte habría olvidado lo humillante que fue ese día.

Regulus estaba completamente bien, él ya lo sabía, pero Remus parece aliviado y la tensión en su expresión desaparece cuando el médico sólo le da un par de medicamentos que debe tomar al día siguiente cuando esté libre de cualquier otra sustancia en su cuerpo. El tuerce el gesto porque Remus le da una mirada intensa en forma de reproche.

El punto es que Regulus está más despierto y lúcido que nunca. Incluso si sus ojos ruegan por un descanso no se permite cerrarlos por más de un segundo. Mira a Remus cuándo el doctor se va después de decirle que puede irse o quedarse ahí si así lo desea, y Regulus realmente lo considera porque no está seguro de soportar a Remus en el camino de regreso a su casa.

Ambos están molestos. Regulus quiere decirle que no lo vea como si estuviera a punto de regañarlo, que no es un niño que acaba de hacer una travesura que fue demasiado lejos, Regulus sabe lo que hace, sabe sus consecuencias y, bueno ¿cuando ha dado la impresión de ser una persona esencialmente correcta?

Regulus apoya su espalda en la cabecera de la camilla. El dolor en su cabeza ha disminuido solo un poco pero puede manejarlo, ya no tiembla, quizás solo es la seguridad de no estar solo y no tener que manejar, Regulus está bien ahora y puede regresarle la fría mirada a su amigo sin sentirse mal por ello.

—¿Qué?—espeta Regulus porque Remus sigue de pie junto a la puerta, con los brazos cruzados y en silencio.

—¿Te sientes mejor?

—Te dije que no era nada.

Remus sigue sin moverse, solo lo ve como si quisiera atravesarle el cerebro y meterse en sus pensamientos, queriendo que Regulus hable, pero no quiere y no lo hará. No ahora, no mañana, tal vez nunca.

—Bien.—dice Remus y suelta un pequeño suspiro mientras baja la mirada.—Iré a ver todo el asunto del pago, además de asegurarme que nada salga de aquí.

Regulus frunce el ceño, Remus sigue sin moverse, esperando una respuesta.

—¿Por qué estabas con él?—pregunta y Remus se tensa por un segundo, antes de hundir sus hombros y pasarse una mano por el rostro. Pero Regulus recuerda la sonrisa fácil y suave que le dio a James Potter, conoce a Remus como la palma de su mano, conoce las sonrisas que da por etiqueta y las que regala a las personas que le agradan.—No, espera, la verdadera pregunta es ¿Desde cuando eres amigo de James Potter?

—No somos amigos.—dice en voz baja pero hace una mueca como si se sintiera culpable solo de pronunciarlo.

Regulus suelta un resoplido mitad risa, pero no hay verdadera diversión en él. Es que hay todo este conflicto de mierda en la cabeza de Regulus, está agradecido porque Remus acudió a él de inmediato dejando de lado lo que sea que estuviera haciendo (incluso si eso incluía a James Potter) pero llevarlo con él fue una cosa muy diferente. Regulus quiere ir y borrar la memoria de Potter, porque no lo conoce y no soporta la idea de que lo mirara tan vulnerable, la vergüenza y el sentimiento de humillación se mezcla en su pecho, pero está tan cansado en ese momento que no puede hacer nada más que desear que por arte de magia lo olvide.

Él no debió estar ahí, su nombre está en el mismo renglón que el de Sirius, son las últimas personas que quisiera ver incluso si algún día está muriendo y son su única salvación.

Porque son parte del caos que azota la vida de Regulus, desde que Sirius volvió queriendo tomar de nuevo su lugar como hermano todo se le ha salido de las manos, incapaz de mantener la rutina y control que ha ejercido por años. James Potter es un efecto colateral que tampoco quiere cerca.

Ultraviolence | Jegulus |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora