𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 10

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Regulus no tenía ni una maldita idea de lo que estaba haciendo.

Aunque no lo admitiría en voz alta ni a sí mismo.

Deseaba dar marcha atrás y volver a casa de Remus pero era demasiado tarde, ya estaban a medio camino.

Intentó no pensar mucho en su destino, ni en quienes los esperaban. Regulus no se permitía ahondar en su mente cuando sabía que haría algo que no debía. El apego a sus límites era lo que lo mantenía cuerdo, todo lo que hace se encuentra marcado en una línea de autoconservación y esta vez la está cruzando de forma gigantesca.

Así que se concentró en sus manos sobre el volante y su pie en el acelerador, en las luces de los locales, las personas en las aceras, el semáforo, el tránsito. Pero eso también lo llevaba a un mes atrás, donde conducía sólo y no estaba muy bien del todo.

La diferencia es que Remus estaba con él esta vez. Lo miró de reojo, estaba relajado en su asiento cambiando las canciones que sonaban en bajo volumen. Regulus notó como sus hombros subían y bajaban con cada respiración y eso lo tranquilizó un poco.

Quizás estaba demasiado eufórico por haber ganado por primera vez una discusión a su madre que simplemente saltó ante cualquier desafío tonto que se le presentara. Su mente dejó de dar vueltas y pensó verdaderamente en que vería a Sirius de nuevo.

Y no quería verlo.

Pero necesitaba hacer algo con él. No sabía el qué, tal vez solo verlo, darse cuenta que volvió y que seguía rondando cerca; dañarlo, hacerle ver que nunca sería su hermano menor de nuevo, empujarlo lejos, verlo llorar.

Sirius casi nunca lloraba cuando eran niños. Regulus sí, temblaba de miedo por lo que le podría pasar a ambos, era un desastre andante cuando se trataba de su hermano.

Ver cómo las cosas cambiaron le causaba cierta satisfacción e incomodidad, algo que se movía entre sus costillas hasta su pecho que pedía que parara, la otra parte no podía apartar la mirada. Sirius se volvió más sensible o tal vez solo era culpa lo que lo conmovía.

Regulus no volvería a ser un desastre por culpa de Sirius nunca más. Así qué dejó escapar un poco de aire, cuadró sus hombros y fingió que seguía estando tan animado por molestar a Sirius y Potter que hace quince minutos.

Entonces pensó en lo sucedido antes, el porqué estaba de buen humor. Si bien no estaba orgulloso por el tono que usó con su propia madre, ni el nivel de acusaciones y palabras hirientes a las que ambos llegaron en medio de aquel salón solitario; valió la pena, Regulus tomó lo más importante de su madre y lo convirtió en su argumento más grande: su reputación.

El apellido Black estaba manchado desde hace tiempo, seguía en la misma cima que antes pero ya nadie se creía la imagen de familia intachable que nunca fueron. 

Orion estaba encerrado y adormecido, Walburga lidiando con su propia vergüenza y humillación, escondiéndose en la mansión. Regulus siente que el deleite le recorre cada centímetro del cuerpo, que esta vez no encuentren la manera de salir intactos y que se hundan por lo menos un par de semanas mientras él está bien y respirando con facilidad.

Porque Regulus está bien incluso con la noticia en los medios. Ya lo sabía, sabía que Orion metía amantes a la mansión desde hace años, pero en ese entonces estaba lo suficientemente cuerdo para actuar con cautela.

Ahora su padre estaba en un estado miserable y su madre también.

Regulus se iría al infierno por disfrutar de ello.

No le importaba. Realmente que no. Incluso no detestaba la idea de ver la cara de Sirius por primera vez, quería sentarse y molestarle un poco, solo un poco y luego se iría. Su plan era ir por Remus, cenar fuera o en casa, cualquiera le servía. Pero tuvo que adaptarse.

Ultraviolence | Jegulus |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora