El mundo afuera de aquella ventana no era amable.
Con su codo apoyado en el marco de la ventana, descansaba su barbilla contra su mano, permitiéndole al aire colarse a su morada, al permanecer embelesado admirando el paisaje. La insistencia del sol por brillar, no le permitía refrescarse.
Dentro de su camiseta, el viento conseguía agitar la tela. El sudor era una nueva capa de piel en su cuerpo. El ruido de la máquina se escuchaba de fondo, eclipsando el canto de una cigarra, escondida en uno de los árboles cercanos.
— Mirar el reloj no hará al tiempo ir más rápido — Margot, aún con su visión pendiente de la falda que hacía, percibía de reojo la desesperación de Asher. Ella, inexplicablemente se sentía ansiosa — Ya tienes dieciocho, debes aprender a controlarte, Ash —
El joven frunció los labios, refunfuñando se mantuvo pendiente del exterior, por si acaso al claro cielo de invierno, se le ocurría nublarse. Vivir una eterna estación seca podría ser un verdadero castigo, el infierno podría ser más fresco.
— Ser mayor de edad no me exime de sentir — renegó como contestación, encogiéndose por la mirada de reproche de la monja — Lo siento, solo... No quiero retrasos en mi cita. Odio esperar — se defendió, rehuyendo de cualquier regaño con constantes excusas.
Margot suspiró, agotada. Ella tampoco comprendía un amor distinto al impuesto, sin embargo, sus propios sentimientos habían cegado sus principios. Dios podría juzgarla por apañar un pecado, no por ser mala madre. Ya había perdido a un hijo, no se permitiría perder otro, incluso si con ello se convertía en una hipócrita.
— Ten paciencia. No todo gira alrededor de ti — Le dijo, esperando llegar correctamente al corazón del muchacho. Se acercó al ventilador a su lado, aliviada por el poco frescor, su garganta seca le pedía agua — Escuché que viaja todos los días al pueblo vecino para sus clases superiores —
Ash asintió sonriente, derrochando orgullo por su novio — ¿No es genial? — Instó a la mujer decir algún halago sobre Dante, como si el esfuerzo fuese propio — Aunque casi no podemos vernos, Dante se va a graduar de la universidad, será docente en la escuela — le contó con tanto júbilo los planes de su pareja, sin atreverse a contener su admiración.
— Es un buen chico — Margot asintió, contagiada de la felicidad de Asher, anhelando que aquella sonrisa en sus labios, nunca desapareciera. Ella solo podía pedirle a Dios misericordia. Sus manos se deslizaron por la tela de algodón, arreglándola en el ángulo adecuado — ¿Ya tomaste tu medicina? —
Ash hizo una mueca de asco, sacando la lengua y emulando una arcada, chasqueó la lengua y se giró más hacia la ventana — Desgraciadamente, ya la tomé. Lo hago desde siempre, solo si fuese idiota lo olvidaría —
— Ya has olvidado tomarla, no puedes enojarte por preocuparme por ti — Respondió sin alterarse por el tono de enojo del contrario. Se acalló al tararear una canción, sonando en tono bajo en la radio, al lado del televisor encima de una mesa. Gracias a la antena, sintonizar una emisora cristiana era un poco laborioso, sin embargo, la mayoría del tiempo podía escucharse sin interferencias.
Se giró hacia ella, notablemente indignado, dispuesto de defenderse por fallos que él realmente había tenido — Margot, ¿me dijiste... — Fue interrumpido por el susto que le hizo saltar hacia atrás, al sentir un toque húmedo sobre su mejilla, el taburete en el que estaba tembló, haciéndolo luchar por no perder el equilibrio — ¡Hey! — Sus mejillas ruborizadas, eran acompañadas por el salto de su pobre corazón flagelado — No asustes a alguien con el corazón débil —
Dante reía desde afuera, tras acercarse furtivamente, teniendo la complicidad de Margot de su lado, plantó un beso en el moflete de su chico, al apoyar las manos contra el marco de la ventana, inclinando su cuerpo hacia adelante.
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Desde tu partida
RomanceDesde la partida del amor de su vida a una muerte asegurada en el campo de batalla, Asher jamás esperó encontrar consuelo en los brazos del mejor amigo de su ex prometido, a quien tanto odiaba