El bar seguía siendo el mismo. La lista de reproducción le hacía viajar en el tiempo con canciones que hace mucho se escuchaban en la radio. Los licores tenían el sabor añejo, conocido al paladar, las cervezas siempre se servían bien frías y la pata del banquillo donde se sentaba, seguía igual de tambaleante que la última vez.
Se había quedado atrapado en el pasado, en la gloria de décadas anteriores. Ellos eran los únicos que habían cambiado.
— El tiempo no pasó por este lugar — Dante murmuró, el estrés y el agotamiento fueron adormecidos levemente por un par de tragos de alcohol. El reflejo de la luz contra la barra recién limpiada, le hizo cerrar los ojos — Este agujero no cambió nada —
— Lo sé, me encanta — Jayce rió en un par de carcajadas, sintiéndose más relajado. El vaso apretó su labio inferior, manchándole con licor — No existe lugar mejor para charlar —
Dante se restregó los párpados, le reconfortaba sentirse en casa dentro de ese muriendo lugar repleto de borrachos deprimidos, todos reunidos por el mismo motivo, olvidarse de las penas. Apoyó los codos en la barra, mojándose la piel. Deseaba con fervor, regresar hacia atrás, a aquel momento en que su vida se fue cuesta abajo.
— Asher aceptó darme una oportunidad — de reojo estudió la expresión del hombre a su lado, Jayce se mantuvo imperturbablemente relajado, lo que le irritó — Aún tiene sentimientos por mí —
Jayce se empinó el trago, la garganta le ardió, por lo que arrugó el entrecejo — Bien por ti — golpeó la mesa con los nudillos, elevando el dedo índice para pedir más.
Él esperaba verlo explotar, estaba preparado para una pelea, gritos y empujones, aunque la indiferencia le causó más molestia — ¿Bien por mí? ¿Lo dices en serio? — Preguntó indignado, los sentimientos empezaron a aflorar, todo el cúmulo le hizo lanzar un puñetazo contra la barra, haciendo tambalear los vasos — ¡¿Cómo pudiste hacerme esto?! ¡Te metiste con mi prometido! —
Jayce agitó la mano hacia los lados, tranquilizando el tenso ambiente que se formó por los ojos curiosos — No me metí con tu prometido. En teoría, tú estabas muerto... Éramos dos personas libres —
— ¡Pura mierda, Jayce! — Si el amor podía durar para siempre, el odio también. Nunca en su vida, ni siquiera con sus opresores, concibió un irremediable deseo de asesinar a alguien con sus propias manos — ¡No estoy muerto! Me estuve pudriendo en una celda. ¡Mientras tú te cogías a mi prometido, maldito bastardo! —
— Pero mira nada más, ya sabes decir malas palabras — Elevó el vaso, haciendo mofa al chocarlo contra el de su ex amigo — Creciste, te felicito —
Su respiración se tornó irregular, la fina línea que eran sus labios se mantuvo imperturbable, de un movimiento le agarró del cuello de la camisa, estirando la tela entre sus dedos blancos por la presión.
— No te hagas el listillo conmigo, Jayce. Tú siempre fuiste el idiota de los dos — se sobó la muñeca cuando Huxley apartó su mano de un golpe — ¿Crees que no sé cómo lo mirabas? Sonreías estúpidamente cada que hablabas de él —
Jayce aplacó las arrugas de su camiseta, escuchando por encima la confesión de Dante. El golpe de verdad le decepcionó, tuvo ganas de echarse a llorar en los brazos de su abuela, como lo hacía cada que los demás niños le molestaban por no tener padres.
— Pero fuiste muy lento, y yo hice el primer movimiento, Jayce —
— Lo sabías. Sabías que me gustaba y aun así te metiste con él — asintió por inercia debido al coraje. Sacó del bolsillo de su pantalón, un paquete de cigarros, se llevó uno a la boca, prendiéndolo con un encendedor que Asher le había comprado. La calada a la nicotina le inyectó energía, se rascó la cabeza, por encima de la oreja, con los dedos con los que sostenía el cigarro — ¿No crees que el karma es una perra? — Burlón, sonrió ladinamente, mofándose de la ironía de la vida.
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Desde tu partida
RomanceDesde la partida del amor de su vida a una muerte asegurada en el campo de batalla, Asher jamás esperó encontrar consuelo en los brazos del mejor amigo de su ex prometido, a quien tanto odiaba