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Jisung actuó fuerte para no soltarse llorando en medio de todo el caos, la autorización tenía que ser inmediata por lo que fue llevado a un cuarto donde otra enfermera se encargó de leerle el documento de cinco hojas e indicarle dónde debía firmar.

Ahora era totalmente responsable de la recuperación o deceso de su esposo.

Llevaba horas sentado en la sala de espera, mirando de un lado a otro en total silencio esperando el momento en que le permitieran entrar con su esposo, sentía que todo pasaba en cámara lenta, su cuerpo no respondía bien en ocasiones y aunque deseaba hablar o preguntar más sobre Minho no podía, las palabras no le salían.

—¿Lee Jisung?— fue llamado por una enfermera— acompáñeme por favor.

Jisung se puso de pie siguiendo a la mujer en dirección a terapia intensiva, al cruzar las puertas su estómago se revolvió más, la mujer le pidió que entrara al baño y se colocara una bata encima de su ropa, le fue entregado también un gorro y un cubrebocas.

El lugar lo ponía nervioso, estar ahí le traía recuerdos de sus visitas anteriores a los hospitales y aunque sabía que esta vez el motivo era diferente era incluso igual de doloroso que antes.

Una vez listo fue guiado entre los pasillos y su corazón dolió tanto cuando finalmente pudo ver la figura de su esposo.

Tenía varias máquinas a su alrededor monitoreando su estado, todo en la habitación estaba en completo silencio y con la iluminación perfecta para poder notar todos los rasguños que ahora tenía su bello rostro, de no ser por todo las máquinas podría jurar que se encontraba durmiendo tranquilamente, pues su pecho subía y bajaba con calma.

Con lágrimas en sus ojos se acercó hasta su costado y cuando al fin pudo tomar su mano todas las lágrimas que albergaba salieron, por más que intentaba no podía dejar de sollozar, sentía un poco de pena hacerlo frente a la enfermera pero necesitaba sacar la angustia y dolor que estuvo presente en su cuerpo las últimas horas.

—A progresado— se atrevió a decir la mujer— ya no necesito de oxígeno.

Jisung asintió mientras limpiaba sus mejillas.

—El doctor estará aquí en unos minutos— dijo antes de salir.

Una vez a solas con el acercó una silla y tomó su mano con fuerza, no podía creer aún que Minho estuviera postrado sobre esa camilla de hospital inconsciente.

La vida era tan injusta con el, primero le arrebataba las oportunidades de formar una familia con su esposo y ahora su vida estaba en peligro, ¿por qué a él?, ¿por qué no podían solo ser felices? Se sentía tan culpable de todo el tiempo que desperdició, se arrepentía de su alejamiento y todas las veces que lo rechazó, quería volver a estar entre sus brazos y recibir sus cálidos besos, deseaba más que nada escuchar su voz llamándolo y ver esa hermosa sonrisa que siempre le regalaba.
Le pedí a Dios, al universo, a la vida, quien fuera el encargado de dirigir sus destinos que le diera otra oportunidad, que Minho se recuperará pronto y pudieran retomar la vida amorosa que estaba llevando días atrás.

—Mi amor— sollozo— por favor se fuerte, resiste y despierta— beso su mano empapándola con las lágrimas que escaparon de sus ojos.

A sus espaldas unos pasos se dirigieron en su dirección, lo más seguro era que se trataría del doctor que antes había mencionado la enfermera y cuando se giró confirmó que no estaba equivocado.

—Buenas tardes— saludo cordialmente.

Jisung se puso de pie y le dio una reverencia corta, mientras limpiaba el restante de las lágrimas, le daba vergüenza su vulnerabilidad, pero estaba más que seguro que el doctor quizá había visto a gente en peor condición que la de él.

Crónica de un matrimonio fallido (minsung)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora