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Cuando Jisung abandonó el establecimiento Minho se acercó al pelinegro que estaba detrás del mostrador haciendo unas cuentas.

—Creo que no me presente debidamente, mi nombre es Lee Minho y el castaño malhumorado es mi esposo Jisung.

Minho robó por completo la atención del pelinegro.

—No tienes que disculparte por él, antes de llegar aquí traté con mucha gente de su tipo— Hyunjin le acerco un papel, cuando Minho le puso más atención se percató que era la cuenta.

—Gracias— la tomó revisándola y dejando el dinero sobre ella— si estoy interesado en tu ayuda para conseguir un lugar donde dormir.

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Jisung se había sentado sobre la orilla del mar apreciando la vista que le ofrecía el lugar, el aire salado golpeaba su rostro mientras que sus oídos se inundaban del sonido que provocaban las olas al golpear.

Giro un poco su cabeza al escuchar una queja no muy lejos de él, se trataba de Minho, quien maldecía en silencio mientras sacudía la arena que se mentía en su zapato, la escena le robó una sonrisa.

—Y bien, ¿conseguiste el hospedaje?.

Minho asintió mientras se sentaba junto a él, mostrando un par de llaves acompañas de un llavero en forma de tortuga.

—Creo que el lugar te gustará mucho.

Jisung lo miro curioso, ya no estaba tan molesto y ahora tenían donde pasar la noche, dormir en el auto había sido muy incómodo.

—Bueno, un problema menos.

Ambos se quedaron viendo al horizonte en silencio, faltaba poco para el medio día así que lo mejor sería ir de una vez al lugar donde se quedarían para evitar el fuerte sol, el otoño en ese pueblo costero era muy diferente al que estaban acostumbrados en Seúl, empezando por el hecho de que el día se estaba poniendo caluroso.

Jisung se despojó de la chamarra que lo acompañaba desde la noche anterior y Minho se ofreció a llevarla mientras caminaban de regreso al área del restaurante.

—Tenemos que ir por las maletas— el castaño trato de recordar por donde habían llegado.

—No es necesario, sabes que siempre tengo todo en orden y las maletas ya están en la casa.

Minho indicó con su mano el lugar y caminando sólo una cuadra le enseñó en donde pasarían la noche.

—Es una casa muy linda.

—Lo se, no es mi estilo pero no es como que planeemos vivir para siempre en ella— bromeó Minho— por lo que me dijeron no está muy amueblada pero tiene lo básico para pasar la noche.

Jisung pidió las llaves haciendo una señal con su mano y le fueron concedidas de inmediato, tenía mucha curiosidad por ver el interior del lugar, se había hecho una imagen en su cabeza y tenía que comprobar de una vez por todas que si era como la imaginaba o descartar todo.

Cuando abrió la puerta fue recibido por las dos maletas que llevaban en el carro y su cobija doblada en forma de rollo estaba sobre el sofá.
La estructura de la casa era sencilla, sala, comedor, cocina, dos cuartos y un baño y medio, hasta el momento sus expectativas estaban siendo cumplidas o eso pensó cuando llegó a la puerta trasera, era una enorme puerta de vidrio que dejaba ver el mar en su máximo esplendor, al salir se encontraba un jardín donde había unos asientos de madera con varios cojines de colores, la forma era redonda y rodeaba una estructura de cemento que tenía una parrilla por encima. Era una casa perfecta para vacacionar.

—Tomare un baño y después si quieres poder ir a conocer el lugar— Minho se sintió inseguro de su propuesta, pues podía ser rechazado.

Aún con la vista clava en el paisaje frente a él Jisung aceptó la idea.

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Una vez listos ambos salieron, el lugar estaba repleto de fauna, había muchos árboles que rodeaban el pueblo costero y que aún mantenían algunas hojas verdes. El aire sopló golpeando el rostro de ambos y desacomodando su cabello, parecía como un día de primavera en Seúl.

—Es sorprendente como cambia el clima con solo unas horas de diferencia— Jisung se encargó de romper el hielo.

—Si, traje ropa abrigada pero aquí incluso tengo calor— confesó Minho mostrando sus dientes en una linda sonrisa.

—Es verdad, si estuviéramos en casa ya estaríamos enfermos— se burló Jisung.

Ambos se habían mantenido en una distancia normal, pero conforme la platica se llevaba acabo se empezaron a acercar de manera inconsciente.

—Tus manos estarían congeladas, siempre fuiste muy sensible al frío— Minho tomó la mano de su esposo para comprobar su temperatura, era cálida.

Jisung no pudo evitar sonrojarse ante el acto, hacia tanto que no se tomaban de la mano realmente, lo que estaba sintiendo en ese momento no se sentía para nada falso como cuando estaban frente a sus familias o amistades, lo estaban disfrutando tanto, por lo que no dudo cuando dio el siguiente paso y entrelazó sus dedos.
Los ojos de Minho pasaron del agarre a los ojos de jisung, su iniciativa lo tomó tanto por sorpresa que no se dio cuenta en el momento que cambió su expresión.

—Lo siento— Jisung se apresuró a soltar el agarre y desviar la mirada.

—No me desagrada para nada Jisung— confesó— es que no me lo esperaba.

Ahora el color rojo invadió el rostro de Minho, sentía los nervios a flor de piel como si fueran un par de desconocidos que se tomaban la mano por primera vez y sentían vergüenza por ello.
Intento de nuevo tomar su mano pero antes de lograrlo fueron interceptados por un grupo de niños jugando con una pelota.

—Señor puede pasarnos el balón— grito uno de los más altos.

Jisung avanzó unos pasos dispuesto a patear la pelota, pero cuando su pie golpeó el balón este se desvió aún más provocando que el grupo de niños corriera en busca de el, unas risas se escucharon a lo lejos, y a espaldas de Jisung, tanto los niños como Minho no pudieron contener la risa ante tal fallo.
El castaño se sintió tan avergonzado, nunca fue bueno en deportes y eso solo lo confirmaba.

—Creo que no fui de mucha ayuda— sonrió jisung— eso fue demasiado vergonzoso.

—Fue un buen saque, solo esperemos que no se vuelta a repetir— las burlas de Minho continuaron.

En todos sus años como pareja su esposo siempre mencionó lo pésimo que era en deportes de balón, pero hasta ese día nunca antes pudo ver en vivo y directo sus fracasos.

—Ya vámonos— el castaño se cubrió el rostro enrojecido.

—Vamos a comer, ya tengo hambre— Minho lo rodeo con su brazo dirigiéndolo mientras aún seguía oculto entre sus manos.

Crónica de un matrimonio fallido (minsung)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora