Capítulo 9.

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Me resisto a abrir los ojos, aunque intuyo a través de mis parpados, la claridad que inunda la habitación

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Me resisto a abrir los ojos, aunque intuyo a través de mis parpados, la claridad que inunda la habitación. Pese a la extrema suavidad de la ropa de cama, el simple roce con la sabana se siente extraño. Cada ápice de mi piel está hipersensible, en especial, el área alrededor de mis pechos y entre las piernas. Enseguida, aprovecho estos instantes de tranquilidad para revivir el origen de dichas secuelas.

Los ojos oscuros de Sedrik, su ansia y profunda necesidad de poseerme en cuerpo y alma. Estaría mintiendo si dijera que mientras nos desenvolvíamos hasta que acabo enterrado en lo más profundo de mí, no experimente cierta preocupación ante su fiereza. Creo que el haber dilatado tanto el contacto físico, sirvió para relajarme, pero al mismo tiempo, azuzó a esa bestia en su interior.

Ese ser que despertó, la primera vez que probó mi sangre. Me retuerzo, deseosa de volver a sentir sus gélidas manos sobre mí, a pesar de todo. Suspiro, palpando su lado de la cama, con la esperanza de encontrarle y enseguida me inunda la decepción. Deseo tanto que esté junto a mí, de hecho, deberíamos pasar todo el día en la cama, incapaces de saciarnos con el cuerpo del otro. Abro los ojos, determinada a encontrarle, pero contengo un jadeo sorprendido cuando descubro algo más perturbador.

En un inicio, solo me llama la atención los cojines completamente destripados repartidos por el colchón y el suelo. Las mantas rotas y el colchón presenta varios rasguños provocados por las afiladas garras de Sedrik. Todo, es algo que cabe esperar, después del "ímpetu" que mostró anoche. Pero la angustia viene, cuando llevo la mirada lejos. La única forma de describirlo con precisión, es un completo desastre.

Las puertas de madera que conducen al baño, están descolgadas y le faltan varias láminas, como si algo las hubiera golpeado con furia. El sillón en un extremo, a penas, se mantiene en pie. Hay un enorme hueco en la pared y sospecho que encaja a la perfección con el puño de Sedrik. La propia cama en la que estoy recostada, ha sido sometida a un verdadero infierno.

No sentí ruidos una vez que caí rendida después de hacer el amor, pero quizás, estaba demasiado profunda. Puede que alguno de los daños fueran provocados mientras Sedrik me movía por la habitación, fuera de sí, pero es imposible que todo este caos se deba a eso. Tomo asiento, cubriendo a duras penas mi figura con los restos de las sabanas desgarradas, a medida que manejo la profunda consternación que siento.

Este alboroto no puede significar nada bueno y la ausencia de Sedrik, hace que la inseguridad asome su feo rostro. Capto que la cristalera que da al balcón está abierta y pienso que tal vez esté ahí fuera, contemplando las vistas mientras se pierde en sus pensamientos.

—Sedrik —llamo, a medida que me levanto. De repente, un fuerte mareo me sobreviene. Es como si la habitación se diera la vuelta por completo y tengo que aferrarme a la mesilla de noche, para no caer de bruces al suelo. Tardo un minuto en estabilizarme, aunque una confusa bruma continúa obnubilando mis sentidos. Enseguida, lo achaco al profundo sueño y que hice un movimiento demasiado brusco.

Eternidad - Saga Criaturas de la noche IV.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora