Capítulo 17.

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POV - Elizabeth

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POV - Elizabeth.

Estoy en la terraza disfrutando del sol, envuelta en una cálida manta debido a la insistencia de Sedrik de que la fresca brisa del mediodía podría sentarme mal. Aprovecho para contemplar la hermosura del cielo despejado, mientras los pájaros canturrean alegres por doquier. Mientras, mi esposo está en la cocina, preparando algún tentempié. Por suerte, desperté con bastante energía y la mañana ha transcurrido con normalidad.

Aunque es necesario acotar, que Sedrik a penas me ha dejado mover un dedo. Sin embargo, empiezo a sospechar que lo único que necesitaba eran unas buenas horas de sueño reparador y el cariño del hombre que amo. En el fondo, he de contener las ganas de proponerle algún plan, como hemos estado haciendo cada día de nuestra luna de miel. Pero sé, que no le va a hacer gracia.

No obstante, pasar horas pegados el uno al otro, con una casa enorme y elegante para nosotros solos, no es precisamente una condena. En especial, si considero la intensidad con la que ayer hicimos el amor. He llegado a la conclusión, de que jamás tendré suficiente de su tacto, ni me cansaré de la forma en que me besa. Exponiendo la adoración que me profesa, hasta que el deseo nubla su juicio y se torna voraz y necesitado.

Inconsciente, me rozo los labios, deseando que aparezca de una vez, para poder saciar mis fantasías. Quizás, un buen beso alejé esa expresión sería que ha estado de manera perpetua en su bello rostro desde que abrí los ojos. Al inicio, creí que se debía a la preocupación por mi salud. Pese a estar mejor, es cierto que al despertar, aún tuve algunas náuseas. Logré contenerlas, pero no sin que él captase que algo iba mal.

Tras ello, he intentado demostrarle que lo ocurrido la otra noche, no va a volver a pasar. Es una afirmación bastante osada, pero le conozco y ahora mismo, necesita saber que no me voy a desvanecer. Detesto verle mortificado, así que pienso hacer todo lo que esté en mi mano para que volvamos a ser los de antes. Una pareja en su luna de miel. Tenemos que aprovechar el tiempo que nos queda, pues cada vez, disponemos de menos días en este paraíso.

El susodicho aparece dejando un plato con una manzana verde cortada en perfectos gajos ante mí. Antes de tomar asiento, deposita un beso en mi sien. Otro de esos gestos repletos de cariño y protección con los que siempre me desmonta. Pasé la infancia cuidando de mi madre y no podía suponer que bien se siente el que otro mire por tus necesidades. Especialmente, cuando es evidente que a Sedrik le reporta una satisfacción enorme.

Muerdo la fruta, enamorada de su dulzor, mientras disfruto de este calmo instante. No tengo mucha hambre, hace nada que almorcé, pero según él, tengo que reponer todos los nutrientes que perdí. Tuve que contener una sonrisa incrédula cuando lo dijo y no fue nada fácil. Al final, siempre consigue que sus manías me resulten adorables. Echo un vistazo a su perfil por el rabillo del ojo.

Tiene la mirada perdida y una postura tensa. Me pregunto que es lo que habrá en esa turbulenta mente, que no le permite relajarse ni siquiera en medio de un lugar tan bonito. Sospecho que tiene que ver con Alistair y que aún no hemos recibido los resultados de las pruebas que me hizo. Es demasiado temprano, esas cosas llevan tiempo. Pero la paciencia, cuando tiene que ver conmigo, es algo que Sedrik no lleva bien.

Eternidad - Saga Criaturas de la noche IV.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora