Capítulo 15 (+18).

34 5 3
                                    

Me froto los ojos con suavidad, a medida que contengo un bostezo

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Me froto los ojos con suavidad, a medida que contengo un bostezo. He dormido la mar de a gusto y aunque aún no estoy en pie, noto que el mareo y la incomodidad que sentí ayer, han desaparecido por fin. Meso mi largo cabello, enredado por todas las vueltas que he debido dar a lo largo de la noche y aparto las mantas.

Un cálido sol ingresa por las ventanas, motivando aún más a comenzar el día. Noto que la casa está en calma, pero enseguida supongo que Sedrik estará haciendo algo y ha preferido dejarme descansar un poco más. Tengo unas ganas incontrolables de verle, en especial, para que compruebe por sí mismo que estoy mucho mejor.

Sé que no se despegó durante toda la noche, pues constantemente le sentí acariciándome el cabello o la dureza de su pecho contra mi espalda. Supongo que estas cosas son parte de un matrimonio. No todo será fácil, ni sencillo. Hasta el momento no he tenido ningún percance de salud, pero siendo humana, es inevitable.

Una parte de mí, quiere recordarle dicha obviedad, pero resulta cruel, teniendo en cuenta lo mal que lo ha pasado. Ya veré como peleo mi deseo por alcanzar la inmortalidad, pues en estos momentos, solo quiero que volvamos a nuestra plácida luna de miel. No quedan demasiados días para volver a casa y a los problemas. Así que tenemos aprovechar cada segundo.

Justo cuando estoy a punto de poner un pie en el suelo, la puerta de la habitación se abre de repente. Sedrik, con el cabello ligeramente húmedo tras la ducha y vestido con vaqueros y camisa, se aproxima hasta mí con una rapidez inusitada. En cuestión de un segundo, está arrodillado, impidiendo que mueva un solo músculo.

—Debí suponer que no escaparía tan fácilmente —menciono, con la voz un tanto ronca tras las largas horas de sueño. Admito, que aún estoy un poco soñolienta, pero esa no es la razón por la que determino que cuanto más le miro, me parece cada vez más guapo.

Sedrik se abstiene a hacer una mueca, como si no sintiera ni una pizca de remordimiento por sus acciones. Deposita un ligero beso en la frente, a modo de saludo y acomoda mi cabello hacia un lado, para poder enterrar su rostro en el cuello, donde siempre insiste, en que es capaz de percibir mejor mi olor.

Pese a sus dulces mimos, niego ligeramente con la cabeza. Debí imaginar que no me dejaría campar a mis anchas como si nada, después de lo sucedido. Noto que mis mejillas se tornan ligeramente rosadas, pues soy incapaz de ahogar la vergüenza que siento al estar entre algodones, cuando ya no hay necesidad para ello.

—Buenos días —dice, con una voz seductora que me eriza la piel—. ¿Te encuentras mejor? —su preocupación es evidente, por mucho que intenta disimular. Su mirada esmeralda se detiene en mi rostro, contemplándome embelesado. No sé como puede actuar así, cuando debo lucir desastrosa.

—Sí, tranquilo —aseguro, aunque sospecho que no importa demasiado lo que diga. Hay algo en su expresión, que no me encaja del todo. Sin embargo, me distraigo cuando acaricia mi mejilla con suavidad. La frialdad de su palma, se siente como una corriente de aire fresco, que me anima a despabilar.

Eternidad - Saga Criaturas de la noche IV.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora