Capítulo 13.

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Hace dos días que abandonamos el calor y la excentricidad de la selva, en dirección a la segunda parada de nuestra luna de miel

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Hace dos días que abandonamos el calor y la excentricidad de la selva, en dirección a la segunda parada de nuestra luna de miel. Sedrik intento mantenerlo en secreto hasta el último momento, pero aunque me lo hubiera dicho, la sorpresa habría sido igual de agradable. Ahora, habitamos una pintoresca casona antigua en medio de la campiña Francesa.

Esta situada cerca de un río y a pocos kilómetros de un precioso pueblo. El lugar es íntimo, perfecto para salvaguardar la naturaleza sobrenatural de Sedrik. Esta vez, regalo de Hugo. Nada más descubrirlo, no pude contener una pequeña carcajada. Amelia nos obsequió la libertad de la selva y su pareja, la clama de un paraje repleto de campos verdes, viñedos y un clima mucho más suave. Parece que se hubieran puesto de acuerdo para elegir los emplazamientos, según sus personalidades.

Resulta un cambio drástico entre un lugar y el otro, no obstante, da la sensación de que hayamos vuelto a empezar de cero. Quizás eso se debe también, a que los últimos días en las Islas Vírgenes, fueron de lo más arrebatadores. La noche en que desatamos a la bestia, tras hacer el amor en la playa, a penas conseguí unas horas de sueño. Ni siquiera, cuando el sol despunto en el horizonte.

Desperté con él meciéndose de nuevo en mi interior o con su experta boca entre mis muslos. Se abstuvo de volver a probar mi sangre, pero solo, porque prefirió mantener mis energías intactas para continuar aprovechándose de mi cuerpo. Desde entonces, parece que no tiene suficiente de mí y tuviera que recuperar todas las ocasiones en las que interrumpió un beso, o una caricia.

Sentí tanto miedo de que la culpa volviera a apoderarse de él, que ni siquiera tenía ánimos para levantarme de la cama esa mañana, pese a las ganas de caer entre sus brazos y disfrutar su amorosa compañía durante el desayuno. Sorprendentemente, fue Sedrik quien apareció con una sonrisa seductora y un ánimo inmejorable.

Hubo un tenso momento en el que dejo en claro su descontento, porque me hubiera puesto en peligro de esa forma. Sin embargo, no me arrepiento. Todo sirvió para un propósito y la recompensa, es su drástico cambio de actitud. Sigue siendo igual de posesivo, siempre observándome con ese deje anhelante, pero infinitamente más calmado.

Los moratones de mi problemática noche de bodas, han seguido desvaneciéndose con el transcurso de los días y pronto, no quedará ni rastro. Solo me alegro de ello, porque así, no podrá verlos y seguir torturándose sin motivo. He preferido actuar con naturalidad, en gran medida, por temor a alterar lo bien que estamos.

Sospecho que aún quedan cosas por resolver, pero estás tienen que ver con Sedrik y la aceptación de sí mismo. Esa noche en la playa, el príncipe de los vampiros en toda su ferocidad, me hizo suya, sin piedad.

Por suerte, la experiencia resulto inmejorable y los temores que albergaba, se desvanecieron hasta casi desaparecer. Siempre existirá una tensión respecto a su sed de sangre, mientras permanezca siendo humana. Pero ahora tiene la certeza, de que la parte más animal que yace en su interior, jamás sería capaz de herirme, ni siquiera, en un momento de frenesí absoluto. Porque tanto el hombre, como el vampiro, me aman.

Eternidad - Saga Criaturas de la noche IV.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora