5. Demostración de Fuerza

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T/N

—Mn... esto está muy delicioso, Ban, realmente delicioso —admití, tratando de mantener mi voz firme, aunque mi corazón latía rápido.

La comida realmente estaba deliciosa. Yo sabía cocinar, pero la cocina de Ban estaba en otro nivel. Cada bocado era un recordatorio de cuánto tiempo había pasado y cuánto habíamos cambiado. No podía evitar sentir una mezcla de nostalgia y tristeza.

—¿Puedo pedir un postre? —pregunté, intentando aligerar el ambiente y alejar los pensamientos pesados.

Ban me miró con una mezcla de cariño y nostalgia, sus ojos reflejaban los mismos sentimientos que yo trataba de ocultar. Sin embargo, su expresión se volvió seria de repente, lo cual me puso más nerviosa.

—Sigues siendo igual de glotona que antes. ¿Cómo es que terminaste atacándonos? ¿Quién te estaba controlando?

Tragué de golpe la comida que tenía en mi boca, sintiendo un nudo en el estómago. La incomodidad creció, mis manos comenzaron a temblar ligeramente mientras las apoyaba en la mesa.

—¿Que yo hice qué? —Mi voz salió más alta de lo que pretendía, llena de incredulidad y miedo.

Cuando el capitán Meliodas explicó lo sucedido, mi mente se quedó en blanco. No recordaba nada de aquello. Les conté mi versión, sobre mi encuentro con los mandamientos Melascula y Galand, cómo intentaron llevarme. Aún no entendía por qué perdí el conocimiento y desperté en la taberna.

—¿Pero por qué enviarla hacia nosotros? —preguntó una chica gigante desde la ventana, su voz resonando en el ambiente.

—Porque alguien quiere matarnos —contestó un chico con el cabello rojizo y lentes, su tono frío y analítico me hizo estremecer.

—A ver, a ver, a ver, no importa mucho el porqué, porque lo descubriremos pronto —el capitán mostró una sonrisa confiada que, sorprendentemente, logró calmar un poco mis nervios—. En fin, t/n, aprovecharé para presentarte al equipo. Chicos, ella es t/n, el pecado original. T/n, ellos son: Diane, la serpiente de la envidia; Gowther, la cabra de la lujuria; King, el oso de la pereza; Ban, el zorro de la avaricia; Elizabeth, la tercera princesa de Liones; y yo soy el dragón de la ira.

Sentí una oleada de nerviosismo al ser presentada. Mis manos sudaban, y traté de mantener la calma mientras observaba a todos los presentes.

Miré alrededor de la mesa, observando a los famosos Pecados Capitales. Nunca en mis sueños más salvajes imaginé que estaría frente a ellos, aquellos supuestos traidores que ahora eran héroes. El contraste era abrumador.

—Un gusto conocerlos a todos. Nunca imaginé que me encontraría con los Pecados Capitales, antiguos supuestos traidores y ahora héroes junto con la princesa —dije, tratando de mantener mi voz firme. Pero algo dentro de mí seguía en estado de asombro, sintiendo el peso de lo que había pasado durante estos años. Me giré hacia Meliodas, intentando mantener mi tono ligero—. Oh, cierto, capitán, tú fuiste quien puso ese cartel de "Se busca" sobre mí, ¿verdad?

Su respuesta fue tan despreocupada como siempre. —Sí, ¿por qué?

Tomé un respiro, tratando de ocultar el leve nerviosismo que sentía. —Debiste especificar si me querías viva o muerta. La mayoría pensaba que se entregaría la recompensa si te daban mi cabeza, y aunque estaba molesta al principio... —reí suavemente, aunque las cicatrices emocionales estaban ahí—, ya no lo estoy porque ya me acostumbré.

Meliodas se rió, como si nada de lo que dijera pudiera afectarle. —Jejejeje, lo siento.

Su risa, aunque ligera, me dejó con una pregunta sin respuesta que ardía en mi mente. —¿Y por qué querías pagar tanto para encontrarme? —traté de entender, aunque mi voz sonaba insegura. Era difícil creer que alguien se molestara tanto por mí después de todo lo que había pasado.

AMOR ETERNO - BAN Y TÚDonde viven las historias. Descúbrelo ahora