Jack Conway camina con paso decidido por las oscuras calles de la ciudad en pleno amanecer. A medida que avanza, una suave bruma cae sobre el pavimento, envolviéndolo en un halo misterioso. Sin embargo, él es totalmente inconsciente de su presencia. Ni la fría brisa ni la humedad en su ropa pueden distraerlo, aquella mañana se encontraba profundamente sumido en sus pensamientos. Inevitablemente, por primera vez en mucho tiempo se encontraba de un excelente humor.
A diferencia de otros días, se siente despierto y lleno de energía. Para Conway, es extraño sentirse de esta forma. Cada día de trabajo creó una pesada capa de estrés y preocupaciones sobre su cuerpo llevando consigo cualquier atisbo de alegría. Sin embargo, hoy es diferente, hoy camina animadamente por la carretera con una sonrisa y algo en mente, una tocada de cojones que seguro le quitará al músico la sonrisa del rostro.
Es especialmente difícil para él pensar en una idea que consiga hacer que el Italiano se fastidie. Debe hacerlo de una manera ingeniosa, un plan infalible. Todos estos pensamientos le sacan una sonrisa y aumentan su energía, como si estuviera reviviendo la emoción de una maldad infantil.
Su andar se vuelve aún más acelerado a medida que se acerca a la estación de metro. Haga lo que haga, ¿Se enfadará?, ¿Se lo tomará con humor? Al final sabe que sea cual sea la reacción, se divertirá el resto de la semana si consigue molestarlo.
Con diligencia continúa su camino.
Si todo sale bien, es el día en que le devolverá al Italiano cada mal rato que le hizo pasar.
En el momento en que llega a la estación, comienza a recorrer el metro con la mirada, buscando con ansias al músico entre la multitud. Sus ojos escudriñan cada rincón, esperando ver su cabello dorado o su vieja guitarra. Sin embargo, para su sorpresa, el músico no se encuentra por ninguna parte.
A medida que el tiempo pasa, llega su hora de adentrarse al metro. Continúa con su escaneo mientras toma asiento en su lugar habitual. Aunque inicialmente mantiene esa chispa de malicia, poco a poco comienza a desvanecerse cuando las puertas se cierran y el tren comienza a avanzar, sin rastros de Toni.
Su mirada se desplaza de un lado a otro, buscando desesperadamente algún indicio de la presencia del músico. Observa a los demás pasajeros, pero es fácil notar que el Italiano no se encuentra en ningún lugar.
Conway cruza los brazos sobre su pecho, desconcertado y frustrado. Quizás el músico decidió no tocar ese día, o tal vez se encontraba en otro lugar. Pero sea cual sea la razón, el hecho de no encontrarlo rompe su expectativa y su plan de joderlo, al menos una vez.
Conforme pasan los minutos y el metro avanza, se resigna a la realidad de que no verá a Toni aquel día.
La mera idea lo sumerge en un mar de pensamientos mientras el metro continúa su trayecto. Mientras mira el paisaje desvanecerse por la ventana se pregunta una y otra vez el porqué de la ausencia del músico. ¿Habría decidido no tocar?, ¿Lo habrían multado? Durante el resto del viaje es totalmente incapaz de apartar de su mente la ausencia de Toni. Le da vueltas al tema una y otra vez, cuestionándose si había tomado otra línea o si simplemente había sido una cuestión de mala suerte.
Los segundos parecen pasar lentamente mientras continúa sumido en sus pensamientos. El metro deteniéndose en diferentes estaciones, pero él apenas presta atención, su mente está completamente enfocada en la ausencia del músico.
Finalmente, llega el momento en el que el metro se detiene y Conway debe bajar. Aunque todavía esperaba tener la oportunidad de ver al Italiano, la realidad es que no lo encontró. La sensación de amargura se intensifica al abandonar el vagón del metro, sintiéndose derrotado por su suerte.
Afuera de la estación camina distraídamente a su trabajo, con la mente aún absorta en el enigma. Durante los últimos días, había estado allí, sin falta, tocando su guitarra. Pero hoy, por alguna razón desconocida, por pura ironía del destino, no estaba.
Mientras atraviesa las calles pesadamente, repasa en su mente todas las posibles razones. ¿Habría tenido algún inconveniente personal? ¿O quizás se había enfermado? Tal vez había decidido tomar un descanso y disfrutar de un día libre. La incertidumbre y la curiosidad llenaban su mente, alimentando su deseo de encontrar respuestas.
Dentro del metro pudo notar como varios pasajeros también parecieron notar la ausencia del músico. Las miradas compartidas y los gestos de confusión en sus rostros son testigos de la falta de respuestas. Nadie parece tener una explicación clara, lo que aumenta aún más la frustración de Conway.
En tan solo un par de minutos, llega a su lugar de trabajo, pero su mente sigue ocupada con el enigma. Se acomoda con una lentitud impropia en su escritorio y comienza con sus tareas diarias en un silencio desconcertante nacido de su distracción.
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El músico de la línea catorce - Tonway
RomanceCada día en el metro de Los Santos es un desafío. Sin embargo, incluso más que a cualquier bullicio caótico, Jack Conway no puede evitar detestar al músico de la línea catorce. -Tonway. -No está ambientado en el rol original.