Corazón cálido

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El sonido del móvil lo despertó a primera hora de la mañana, rompiendo el silencio con una estridente canción navideña. Normalmente, su tono de teléfono era el predeterminado, pero Gustabo le había hecho la pequeña broma de cambiarlo, sabiendo que no sabría cómo devolverlo al original. La melodía festiva le había seguido a casa y el rubio iba a pagar eventualmente las consecuencias.
Rápidamente, más con la intención de apagar la música que de contestar, respondió el teléfono de forma perezosa.

—¿Quién es? —Preguntó con la voz ronca y los ojos aún cerrados, su mente aún atrapada en el letargo del sueño.

No me digas que no me tienes agendado, neno ¿Te desperté? —Preguntó Freddy al otro lado de la línea, su tono jovial contrastaba con el mal humor de Conway.

—No vi el contacto, y no, ya estaba arreglándome para el trabajo, estoy casi listo —Mintió, volteándose en la cama. Abrazó una almohada para enterrar la cara en ella, buscando consuelo contra la luz del sol que se filtraba por la ventana. La verdad era que apenas podía mantener los ojos abiertos, y la idea de levantarse le parecía una tarea titánica.
Freddy rió al otro lado de la línea.

Seguro, seguro. Lamento romper tu ilusión de ir al trabajo, pero necesito hablar contigo.

—¿De qué quieres hablar? —Respondió, su voz aún adormilada.

No seas impaciente, pituco, ya sabrás. Paso a buscarte en media hora —Declaró riendo entre dientes. Conway parpadeó, aún intentando reconectar con la realidad. La confusión y el sueño se mezclaban en su mente, creando una niebla que le costaba disipar.

—¿Pero tú eres gilipollas? Nos van a despedir a los dos. Llevo faltando al trabajo demasiado y tú también. ¿No podemos hablar en la tarde? —Se quejó, poco a poco entendiendo la situación. Se sentó en la cama de golpe, el sueño que tenía se espantó en un segundo.

Sabes que no nos pueden despedir ni aunque quieran. Además, incluso si lo lograran de alguna forma, siempre puedes decir que te secuestré para conservar tu aburrido trabajo —Le aseguró Freddy, demasiado relajado para el gusto de Conway. La despreocupación de su voz estaba creando en él unas ganas viscerales de golpearlo.

—Tengo mucho que hacer hoy, ¿estás seguro de que... —Intentó decir, pero Freddy lo interrumpió con firmeza.

Estoy seguro, así que ponte guapa que voy a buscarte en cualquier minuto — Freddy cortó la llamada, dejando a Conway con una cátedra de insultos y quejas en la boca.

Observó la llamada que acababa de cortarse con una expresión de incredulidad. La pantalla del móvil mostraba el nombre de contacto de Freddy, y el surrealismo de la situación comenzaba a asentarse en su mente. Se dejó caer de nuevo en la cama por un momento, mirando al techo con un suspiro de cansancio. La idea de faltar al trabajo otra vez le parecía una locura, pero conocía a Freddy lo suficiente como para saber que no aceptaría un no por respuesta.
Con otro suspiro, esta vez resignado, se levantó de la cama y comenzó a prepararse. Mientras se vestía, su mente intentaba buscarle sentido al repentino comportamiento de su amigo.
Había notado que desde que Freddy había vuelto de su viaje, se estaba comportando de manera extraña. Antes, siempre hablaba de su puesto como jefe con arrogancia, orgulloso de lo que había conseguido. Su voz se llenaba de satisfacción cada vez que mencionaba algún logro o cuando relataba cómo había recibido felicitaciones por parte de la mismísima Maia. Más, de un momento a otro, había empezado a faltar al trabajo con una frecuencia alarmante. Cuando finalmente aparecía, llegaba tarde, con una expresión de cansancio y una sonrisa boba por una probable noche en el bar. Freddy pasaba la mayor parte del día bromeando, su risa resonando en los pasillos, molestando a quien pasara delante. En lugar de cumplir con sus obligaciones, parecía más interesado en evadirlas, buscando cualquier excusa para evitar el trabajo serio.
Conway observaba todo esto con preocupación. Sabía que Freddy era un pilar importante en Mission Row, alguien en quien muchos confían, él entre ellos. Su carisma, habilidades y tiempo en la empresa habían sido fundamentales, y por eso no podían despedirlo así como así. Pero definitivamente, el pelinegro estaba haciendo méritos para que reconsideraran su posición.

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⏰ Última actualización: Sep 14 ⏰

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El músico de la línea catorce - TonwayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora