Ava
Mi nuca estaba apoyada en el espaldar del asiento mullido mientras mis manos escudaban mi rostro.
—¿Qué has echo en estos días?— el seño de Noah a mi lado se frunció ligeramente.
Puse los ojos en blanco girando mi cuello para mirarlo.
—Noah, he hablado contigo todos los días desde que te fuiste. Tranquilo, no te has perdido nada— arrastré las palabras— Aunque no hay mucho de que perderse.
Estábamos dentro del auto de Caleb, de camino a su casa.
Había decidido sentarme al lado de Noah en los asientos traseros, dejando a Caleb delante en el volante.
Por cierto, sin decir una palabra Noah y yo habíamos decidido de alguna manera no tocar el tema de nuestro padre. Al menos hasta que estemos solos.
Ya me contaría como esos idiotas le golpearon, aunque no estaba segura si quería escucharlo.
—¿Cómo que no? Fue muy interesante cuando me contaste que Caleb y tu la otra noche habíais..
—Noah— lo interrumpí, con tono amenazante y una expresión que transmitía un claro "Cierra el pico"
Caleb y yo intercambiamos una mirada a través del retrovisor, estaba sonriendo.
El muy bastardo.
Por alguna razón, no había cambiado su forma de ser con Noah. Siempre que estaba delante de otras personas se ponía su máscara de hielo escalofriante.
Excepto conmigo.
Algún día le preguntaría el porqué.
En mi mente se escuchó la voz del ojiazul llamándome curiosa.
—Por cierto... en mi nuevo trabajo hay una..— me interrumpí al mirarlo bien.
La confusión y la sorpresa se fundieron en mi expresión.
Repasé a Noah varias veces sin poder creérmelo.
¿Cómo no lo había notado antes?
—¿Que..?— intenté formular.
Noah se revisó, casi asustado.
Al no encontrar nada raro alzó la mirada hacia mí.
Los músculos de sus brazos estaban mucho más definidos que la última vez que lo había visto.
Su camisa fucsia se ajustaba perfectamente a su pecho visiblemente marcado.
No era nada exagerado, solo que ya no era un Noah flacucho.
Sino uno con confección atlética, resaltando sus fracciones y haciéndolo ver mucho más apuesto y de alguna manera, más maduro.
—¿Que carajos te hiciste? ¿Te operaste o algo?— dije dramáticamente.
Noah pareció comprenderlo porque enseguida levantó el mentón orgulloso de sí mismo.
—Este es tu nuevo y sexy hermano— presumió— ¿A qué ahora sí te van los encestos?
Abrí mucho los ojos, solo hacíamos esas bromas cuando estábamos solos, nunca delante de alguien.. y menos de Caleb.
Me molestaría con esto toda la vida.
Justo como esperaba, Caleb empezó a reírse de mí a carcajadas.
Espera.
Nunca lo había visto riendo así.
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Yo Puedo
Novela JuvenilAva Parker, una chica de veinte años con gustos bastantes oscuros y brillantes a la vez, convive entre siniestras sombras a las que tiene que llamar "padres". Ha tenido que obligarse a apagar el brillo que la hacía ser ella para moldearse a otra chi...