4

3.4K 402 168
                                    

.

.

.

Eva no entendía, por mucho que buscara no podía entender quién tendría el suficiente poder para intercambiar a dos de los entes más poderosos del infierno. Suspiro limpiando los polvorientos libros que había encontrado. Solo basura, libros de hechicería, invocaciones o rituales, cosas sin importancia que generalmente dejan regados en el mundo humano por falta de espacio.

Basura sin importancia que solo un mono tonto podría creer que era relevante.

—¿Querida? —preguntó una voz femenina al entrar en la extensa biblioteca.

—Estoy aquí —respondió Eva desde la escalera—. ¿Qué necesitas?

—Solo quería saber si te ibas a unir a nuestra fiesta de té.

Eva detuvo su búsqueda y bajó la mirada para encontrarse con la tranquila figura de Rosie, la Overlord de su pequeño paraíso. Rosie era la única capaz de manejar el barrio caníbal, un lugar sagrado donde solo entraba gente con clase, muy diferente de las bestias llenas de pecados que había en otros lugares.

—No creo que pueda unirme, estoy ocupada —dijo Eva con sinceridad mientras seguía buscando.

Rosie asintió con comprensión, su rostro mostraba calma, en contraste con la desesperación de Eva.

—Sabes que no estás sola —dijo Rosie acercándose y acariciando la escalera mientras observaba a Eva—. Los caníbales debemos permanecer unidos, no debemos permitir que los otros pecadores infesten nuestro paraíso. Cualquiera estaría dispuesto a hacer sacrificios para seguir viviendo de la manera en que vivimos.

—Lo sé —respondió Eva, besando su torso de la mano donde tenía una cicatriz de dial—. Pero es mi responsabilidad mantener el orden. Ese ciervo idiota me controlará por siempre, pero mientras pueda alejar la influencia de Lucifer y los demás pecadores de este lugar, haré cualquier cosa.

—¿Incluso por Susan?—Intentó bromear para alejar los horribles recuerdos de Eva.

—Esa vieja bruja no debería estar aquí —repitió Eva con su voz cargada de resentimiento—. Pero es una regla entre nosotros, no botar ni marginar a ningún residente. Allá afuera solo les espera caer en la tentación del pecado, y fue un juramento entre nosotros...

—No cometer ningún crimen o pecado fuera del trato que se hizo con lucifer, a cambio recibiríamos protección de la Reina para cuidar nuestro propio paraíso.—Interrumpió sonriendo.

—Y ningún pecador se acercaría a nosotros, y si lo hacen teníamos permitido—

—Comerlos—Dijo Rosie con una sonrisa espeluznante mientras la anciana le sonreía.

—Bueno, Querida lo mejor será que te retires, estoy segura que tendrás muchos clientes.

Rosie asintió mientras hacía una reverencia caminando cuidadosamente por el lugar, mientras Eva seguía buscando el libro que Alastor le había ordenado. A final de cuentas ese siempre iba a ser su destino, no solo con los desplantes y el rechazo de Adam por no parecerse a Lilith, no solo por el odio que sufrió durante años por haber sido culpable de los males del mundo. Incluso Caín y Abel culpándola innumerables veces de ser una maldición para ellos.

¡Los bastardos nunca le agradecieron ser la representación de la maternidad! Para los humanos ella era el mal encarnado, una caprichosa que orillo a su marido a vivir en la miseria.

Para Eva, este destino de servir como mensajera era un constante recordatorio de su posición inferior, de su papel insignificante en comparación con aquellos que ella consideraba indignos pecadores. La amargura llenaba cada fibra de su ser mientras recordaba los momentos de rechazo y dolor que había experimentado.

Un giro inesperado [AppleRadio] Omegaverse AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora