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UNIVERSO OMEGAVERSE (mucho texto)

Lucifer tenía que admitir algo sobre todo lo que estaba experimentando.

El Alastor de su mundo y el Alastor del otro mundo eran similares pero diferentes al mismo tiempo. Comenzando por su forma similar de amenazar a los demás, esa espantosa sonrisa que haría que cualquiera deseara escapar en ese mismo instante antes de ser atrapado. Su manera egocéntrica y manipuladora de hablar para convencer a los demás. La forma en que gesticulaba cada uno de sus movimientos, cuidando de que nadie pudiera descifrar sus verdaderas intenciones. Todas esas características que lograba recordar del botones se hacían presentes en el Alastor de este mundo. Desde la sutil forma en que escribía, con trazos delicados pero firmes, hasta las miradas que le lanzaba cuando estaba complacido como si le dijera "Buen chico".

Ambos compartían esa cualidad en su forma de ser, pero había un aspecto de Alastor que Lucifer nunca había percibido. En ese entonces, lo consideró irrelevante; después de todo, no tenía intención de entablar amistad con el maldito botones que lo había insultado y había tratado de robarle a su hija. Si por él fuera, lo habría eliminado hace mucho tiempo. Sin embargo, no pudo hacerlo. No cuando veía lo feliz que era Charlie al lado de Alastor, no cuando el mismo demonio de la radio se encargaba de cuidar el lugar con todas sus fuerzas. No cuando ambos tenían el mismo objetivo: proteger a Charlie de cualquier enemigo.

Y justo ahí radicaba el problema: el demonio de la radio tenía cierto aire maternal para calmar los llantos de su hija, algo que él no podía hacer. Ese instinto de protección, que apenas había visto en contadas ocasiones, se intensificaba en ese mundo, despertando una mezcla de envidia y admiración en Lucifer. A pesar de sus esfuerzos por mantener una fachada de indiferencia, no podía evitar sentir una punzada de dolor al darse cuenta de que Alastor poseía una habilidad para consolar a Charlie que él mismo no tenía. Era un recordatorio constante de sus propias limitaciones y de la complejidad de sus sentimientos hacia el demonio de la radio.

 En contraste con el Alastor de su mundo, el cual era peligroso, alguien a quien no le importaba usar las personas para su beneficio propio, el Alastor del otro mundo poseía una cualidad inesperada. Torturaba personas tan grotescamente pero a la vez era justo, masacraba pero no de la forma a la que estaba acostumbrado. Era capaz de calmar a Charlie, mostrar amor hacia sus hijos, preparar comidas y cuidar de él de una manera que nunca esperó presenciar en un ser tan siniestro

Todo ese nuevo aspecto de Alastor resultaba extraño pero reconfortante para Lucifer. Se preguntaba cuánto tiempo había pasado desde que alguien se preocupaba genuinamente por él, más allá de su posición como soberano del infierno. Lilith no solía hacer esas cosas, ella misma decía que él se encargará de la fuerza, se quedaba encerrado en su taller y evitaba molestarla. Ella siempre hacía las cosas a su estilo... ¿Y estaba contento con eso? 

La revelación de ese nuevo lado de Alastor lo dejó con un nudo en la garganta. Se dio cuenta de que ese hombre no anhelaba poder ni control, sino algo mucho más, algo que él no podía darle. Se sintió egoísta al reconocer que, por un momento, el frío que dejó Lilith ya no parecía tan horrible.

Cada vez que escuchaba a Charlie llamarlo "papá", a Erick llamarlo "Viejo", o a Demia llamarlo "Padre", experimentaba una mezcla de emociones encontradas. Aunque se sentía obligado a interactuar con esos niños, por el trato de Alastor. Hacía mucho tiempo que nadie lo llamaba así. Si bien tenía hijos, no eran suyos. Y eso era bueno, tenía a su propia princesita, preocupada y angustiada. No podia encariñarse con esos dos niños. Ellos merecían algo mejor, a su perfecto padre. 

Un giro inesperado [AppleRadio] Omegaverse AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora