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UNIVERSO OMEGAVERSE

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—¿Lucifer ama a mi versión alterna?

Lucifer, el enano que parecía molestarle respirar su mismo aire, el que siempre lo comparaba con su esposa ¿enamorado? La idea era tan absurda que apenas podía contener la risa. 

—Algo así —respondió Eva.

Alastor arqueó una ceja, esforzándose por reprimir el impulso de reír.

—Pensaba que la demencia senil nunca te iba a llegar, querida—dijo, con una pizca de sarcasmo.

Eva frunció el ceño ante el comentario.

—¡Yo no tengo...—Se quedo en silencio tratando de repensar sus palabras, entre insultar a la reina o conservar su vida ya no sabia cual era más importante— Si para este punto sigo viva—

Casi viva—le recordó cambiando su tono de voz.

—Es porque he hecho todo tal cual me lo pediste —continuo— Si no me crees, eres libre de irte a—... de buscar a otra persona que te ayude.  

Hubiera sido más divertido verla perder la paciencia, pero no todo en la vida se tiene. Se tomó unos momentos para mirarla fijamente, observando cada gesto en busca de algún indicio de duda. Si había algún rastro de vacilación en su rostro, no dudaría en castigarla sin pensarlo dos veces; después de todo, no tenía uso para una incompetente que fallara por tercera vez.

Sus orejas se movieron lentamente, mientras su nariz intentaba detectar algún olor a miedo. Pero no había nada.

— Veo que te sirvió esa lección que te dio su majestad—le dijo ampliando su sonrisa— Puedes continuar, mientras tengas pruebas creeré todo lo que dices. 

Alastor esta vez no iba a perder la cabeza. Una vez que tuviera en sus manos al culpable, se desquitaría como lo hizo con esa organización de imps.

—Vamos a empezar de nuevo, ¿A que te referías con la tontería de Lucifer?—pregunto nuevamente Alastor.

Eva se tomó un momento para considerar cómo explicar las cosas. No quería adentrarse en temas relacionados con la vida matrimonial o el amor; había soportado suficiente del drama de haber sido la "primera omega" de Adán.

—Parece que el rey ni siquiera reconoce sus propios sentimientos —comentó Eva en voz baja, escogiendo cuidadosamente sus palabras—. Hace unos meses, pude conseguir sangre del otro Lucifer gracias a tu segundo hijo. Cuando observé su línea de destino, vi algo interesante. Lo mejor es que lo veas con tus propios ojos.

Alzando su mano para mostrar una de sus ilusiones, Eva enfocó la atención de Alastor en un Lucifer solitario. Dé repente el silencio de la biblioteca se empezó a llenar de gritos, las orejas de Alastor se cayeron hacia atrás por la intensidad del sonido. El ambiente frente a sus ojos era horrible, gritos desgarradores surgían del rey, todos dirigidos a la ausencia de Lilith. La expresión de Lucifer estaba marcada por desesperación, sus ojos brillaban con un destello de color rojo intenso mientras buscaba desesperadamente a su esposa. Era inquietante el estado en el que estaba, toda la habitación  parecía estar completamente destrozada rodeada de plumas que parecían que Lucifer se había arrancado por su cuenta, el piso tenía rasguños y marcas de garras.

Sus manos se aferraban a su pecho, como si intentara arrancarse el corazón. Alastor abrió los ojos, algo espantado, cuando el rey empezó a gritar el nombre de su hija. Lucifer hacía promesas juradas al aire acerca de que iba a cambiar, de que iba a mejorar. Su comportamiento era peor que el de los drogadictos que caían en el infierno.

Un giro inesperado [AppleRadio] Omegaverse AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora