Narra Edward
-¿Es aquí?-pregunté. Mía sin decir más abrió la puerta y se bajó, ella comenzó a caminar hacia la casa y veo que hay un coche afuera de la casa. Me bajé y la detuve.
-Mía, promete que vas a estar bien. No quiero dejarte sola y que te sientas mal-dije y ella me miró, su mirada ya no era la misma. Sus hermosos ojos estaban apagados.
-Estaré bien-susurró.
-Mía, por favor, dime la verdad-dije.
-¡Eres un cabron! ¡Lárgate de mi puta casa!-comenzamos a escuchar gritos.
-¡Estás loca!-gritó la voz de un hombre Mía miró hacia la puerta. Ella caminó hacia la puerta pero no la dejé entrar. Se comenzaron a escuchar que lanzaban cosas.
-Entraré contigo-dije y ella abrió la puerta. Habían vidrios rotos por todo el suelo y en eso sale un hombre.
-Tu madre está loca-dijo el hombre saliendo y en eso baja la mamá de Mía con una botella de alcohol en sus manos.
-Tu solo arruinas mi vida, te maldigo mil veces Mía-dijo ella y no podía creer lo que estaba escuchando.
-Hey, no voy a permitir a que se refiera así de Mia. Ella es una chica inteligente, buena, humilde, respetuosa. Es una excelente persona-dije molesto.
-¿Quién mierdas eres tú?-preguntó.
-Soy Edward soy su profesor-dije.
-Mmm, pues quiero que sepas que Mia es la peor persona que existe. Me arrepiento mil veces de haberla tenido y de no abortarla. Ella solo arruina mi vida, es un estorbo para mi-dijo ella y tomó un sorbo de su botella. Vi como Mia secaba sus lágrimas, y solo escuchaba una y otra vez las humillaciones de su mamá.
-No voy a permitir que te quedes aquí, al lado de esta mujer-dije tomando la mano de Mia. La mamá de Mia entró a una habitación y ya no salió más.
-Estaré bien, ya estoy acostumbrada a esto-dijo Mia.
-No debes permitir esto Mia, nada de lo que ella dice es cierto. Y no voy a estar tranquilo dejándote aquí-dije.
-Ya es tarde, por favor vete-dijo Mía llevándome hasta la salida.
-Mía-dije.
-Estaré bien, que descanses-dijo ella y cerró la puerta. Yo no podía quedarme tranquilo, caminé hasta el coche y Amanda me miró.
-¿Qué pasó?-preguntó Amanda.
-Mía lo que vive es un infierno, como su propia madre puede referirse así sobre ella-dije y Amanda me miró.
Narra Mía
Me quité la ropa, y vi las marcas que aquel imbecil había dejado en mi cuerpo. Estalle en llanto y golpeó la pared con fuerza. Me sentía sucia, cerré mis ojos y lo único que veía era su maldito rostro y sentía sus manos por todo mi cuerpo. Me sumergí en el agua y miré fijamente la pared.
¿Cuál es mi maldito propósito aquí en la tierra?
Ya no quiero seguir viviendo más...
Tome la botella que mi madre había dejado en el suelo y la hice pedazos y tomé un vidrio de la botella.
Escuche mi teléfono sonar a lo lejos y lo ignore. Deslicé el vidrio por mis muñecas y estas comenzaron a botar mucha sangre.
Perdóname papá...
Narra Edward
-Vete a tu cuarto-dije molesto y en eso veo a mi madre.
-¿Qué pasó?-preguntó mi madre.
-Amanda me desobedeció, hizo todo lo que le dije que no hiciera. Además, sino llegaba a llegar a tiempo hubiesen violado a Mía la mejor amiga de Amanda-dije y mi madre me miró
-Eso es muy grave, ¿cómo está la muchacha?-preguntó mi madre.
-Estoy preocupado, esa niña lo que vive es un luto infierno. Deberías ver más cosas horribles que le dijo su madre-dije y mi madre me miró.
Agarre mi móvil y decidí llamarla, pero el teléfono me mandaba al buzón de voz. Mierda, ahora estaba más preocupado.
-Ve-dijo mi madre y asiento.
Tome nuevamente las llaves de mi coche y llegué a la casa de Mia. Toqué la puerta varias veces pero no recibía respuesta. Volví a llamar a Mia pero ella no me contestaba. Comencé a rondear la casa a ver si había alguna puerta o ventana abierta hasta que para mi suerte había una ventana abierta. Entré y me di cuenta que esta era la habitación de Mia. Vi la puerta del baño entre abierta. Caminé hacia allí y di unos toques a la puerta.
-Mía-dije pero no recibí respuesta por lo cual abrí la puerta y veo sangre. Rápidamente vi una botella rota y una de sus brazos estaba fuera de la tina y veía que salía sangre.
-Mía que hiciste-dije desesperado y rápidamente me acerqué a ella y la saqué de la tina y tomé la toalla y la puse sobre sus muñecas. Su pulso era muy lento.
-Mía, quédate conmigo-dije y rápidamente me quité mi camisa y se la puse sobre su cuerpo desnudo. Rápidamente la tomé entre mis brazos y corrí con ella hasta la salida. La monté en el lado del pasajero y comencé a conducir a toda velocidad.
-Mía no me dejes, quédate conmigo. Ya estamos llegando al hospital-dije tratando de guardar la calma hasta que llegue al hospital y me bajé con ella entre mis brazos.
-¡Ayúdenme por favor!-dije y rápidamente los enfermeros pusieron el cuerpo de Mía sobre la camilla y se la llevaron. Yo llevé ambas manos a mi cabeza.
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Amor Prohibido
Roman d'amourLas personas viven con muchos estereotipos, empezando porque un hombre debe estar una mujer y viceversa. Que tienes que estar con un hombre o una mujer de tu edad. Que debes ser recto, que debes andar bien, sacar buenas calificaciones. Tener un buen...