Parte 4

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Los ancianos no podían cree lo que estaban escuchando, hace siglos que no se presentaba un caso como ese en el imperio

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Los ancianos no podían cree lo que estaban escuchando, hace siglos que no se presentaba un caso como ese en el imperio. El reino había sido bendecido con dos nuevas criaturas, y en una sola noche...

— No, querido Pedro — corrigió la partera Juliana, quien venía con las dos criaturas en sus brazos y envueltos en mantos limpios — No son gemelas.

— Como no van a serlo, ¿es este un juego? — expresó un confundido Humberto.

— ¡Son mellizos! — corrigió la señora con un rostro lleno de gozo.

— ¡Increíble! — sonrió uno de los empleados, quien también se sentía feliz por sus soberanos.

— ¿Mellizos? — preguntó Lorenzo anonadado pero con una enorme sonrisa. Era increíble lo que había sucedido; apenas si podía creerlo.

— ¡Si mi señor! — sonrió la mujer con júbilo — De este lado, tengo a la princesa que ya usted había conocido, fue la primera en nacer — expresó mientras señalaba pacíficamente con la cabeza hacia su lado izquierdo — Y por este lado...

— La menor — dijo Lorenzo con un regocijo que nadie ni nada podía quitarle.

— El menor, señor. — corrigió Juliana. — Tenemos un hermoso y apuesto niño.

— ¡Es varón! — expresó la mayoría de empleados con asombro y mucho entusiasmo.

— ¡Larga vida a nuestro futuro rey! — gritó otro a modo de festejo.

— ¡Que viva! — respondieron los demás.

— ¡Larga vida a las princesas! — siguió alabando.

— ¡Que vivan!

Y así, los empleados se dispersaron por todo el castillo expandiendo las buenas nuevas y corrigiendo el error anterior, ya no tenían solo la princesa recién nacida, ahora también tenían al sucesor del trono.

— Está es una ocasión especial — dijo Pedro, su rostro de piedra era casi imposible de leer, pero según sus comentarios y tono de voz, se podía interpretar como alegría y honestidad lo que decía — El rey debería mandar a preparar un banquete real y presentar a la descendencia frente a todo el reino. — expresó como una idea. — Ya tenemos al heredero y dos princesas, los difuntos soberanos, Magnus IV y Leonardo Constantino Ferrenum, estarían muy felices de conocer a sus nietos. De la misma manera estará el pueblo.

— Además, creo que será la oportunidad adecuada para que el rey Leonidas pueda conocer a sus sobrinos — agregó Humberto, este sonreía al comentar sobre Leonidas. Algo que los demás creyeron terrorífico, ya que los ancianos casi nunca sonreían, y nadie estaba acostumbrado a eso por lo que creyeron espantoso ese gesto.

Menos Lorenzo, quien estaba divagando sobre algo más y sin prestar atención a los ancianos:

¡Y el tema de Leonidas era algo que Lorenzo pasó por alto!

Vestigios Nocturnos:  (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora