Idílico (Libro Completo)

Capítulo 13

Henry Harlowad

—Por eso volviste.

Asiente.

Ambos estamos sentados en mi oficina.

—¿Cómo supiste de Cristina?

—Por una carta que tenía mamá en su oficina.

—Hijo, yo—me quedo callado—discúlpame, te alejé porque pensé que era lo mejor, pero en realidad necesitabas de mí, necesitabas que yo estuviese ahí para ti, no quise mentirte pero no tuve opción.

—No hay tiempo para arrepentimientos.

—Asher, tu madre no hubiese querido que te llenaras de odio ni que hicieras daño. Ya eres un adulto y yo no puedo interferir en tus decisiones—coloco mi mano en mi mentón.— Apenas termines con esto vas a volver a Suiza, ¿verdad?

—Sí, pienso manejar la empresa desde allá y de vez en cuando volveré para estar al tanto de todo.

—No tienes que preocuparte, ya los abogados se están encargando de todo y ya hice un anuncio público de que hemos sido saboteados y que jamás lavaríamos dinero.

—No tenemos que darle explicación a nadie. Debo irme—se levanta y se va.

Me quedo en mi oficina. Él y yo nos parecemos tanto pero a la vez somos tan diferentes, sé que algo había detrás de todo esto, jamás llegue a pensar que fuera por su madre, no la ha superado al igual que yo. En el fondo me odia por alejarlo de todo y mandarlo a otro país solo siendo un adolescente pero creo que ahora empieza a comprender de que lo estaba protegiendo de esta gentuza.

Mi hijo me supero, está sabiendo actuar y me sorprende que a pesar de que haya vuelto para vengarse está haciendo un juego limpio a comparación de los Bardeen.

Recibo una llamada y es Joseph.

—Joseph, ¿cómo estás?

—Quiero a tu hijo lejos de mi hija.

—¿Cómo?

—Dile a tu hijo que no esté cerca de Ivy, todos sabemos como es Asher y no pienso permitir que le haga daño a mi hija.

—Si es por la noticia que anda rodando por ahí, no te preocupes. Además, ambos son adultos y nosotros no debemos involucrarnos.

—No solamente es por la noticia de tu empresa, no quiero a Asher cerca de mi hija—corta.

¿Asher entablando una relación?

La duda queda en el aire y me enfoco en llamar a los abogados que me mantienen ocupado todo el día.

Tocan la puerta de mi oficina y entra el ama de llaves.

—Señor, preguntan por usted.

—¿Quién?

Se encoge de hombros y salgo para ver quién es.

Me acerco a la puerta y es Cristina, la mejor amiga de mi difunta esposa.

—Pasa—le digo—han pasado muchos años, ¿a qué se debe tu visita?

—Lo sé. He recibido una amenaza.

Adopto una postura recta dedicándole una mirada seria.

—Hace siete años, un día antes que mandaras a Asher a Suiza fue a mi casa exigiéndome que le dijera la verdad, lo hice, le conté todo, hace dos años me volvió a contactar para...

—Lo sé, me lo dijo todo.

Me observa con sorpresa.

—Muéstrame.