Capítulo 26

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Ivy

Salgo de la cabaña soltando las lágrimas que he estado reteniendo, la lluvia se torna en una tempestad, sigo caminando sin rumbo y ya no sé si son lágrimas o las gotas del cielo que abarcan mi rostro. El hombre de Mason me sigue con cautela en vano, ya que su presencia es notoria desde hace dos meses. Me ha estado vigilando desde que Mason me amenazó.

—¡Te puedes largar!—Le grito volteándome—dile a tu jefe que ya hice lo que me pidió, así que lárgate y déjame en paz.

No contesta y me mira fijamente.

—Quiero caminar en paz no con una sombra acechándome—vuelvo hablarle pero pareciera no importarle.

Me doy media vuelta y continuo caminando con mi ropa empapada. No aguanto más, no puedo más con este martirio. Dejo de caminar por un momento recostándome en un muro sin dejar de llorar. La agonía no deja de clavarme el puñal que sigue haciéndome sangrar y es por eso que dicen que las heridas físicas no se comparan con las del alma, las primeras se curan con medicamentos, pero las segundas a veces no tienen cura y se convierten en una tortura. Aquí estoy una vez más tratando de curar o arreglar algo que no tiene solución.

Pasan las horas y sigo caminando sin rumbo, mi cerebro no copera y mi cuerpo solo reacciona cuando es necesario, el frío no me deja razonar, mas no es lo que me importa en estos momentos. A mi derecha se encuentra una mini bodega y me siento en las escaleras de la entrada con la lluvia golpeando mi cara, cierro los ojos tratando de descansar de este calvario pero la voz de una señora me saca de la burbuja en la que estaba.

—¡Hija!—Habla exaltada. — Por Dios, te va a dar una neumonía, ¿Qué te sucedió?

Es una señora mayor, noto su preocupación y estoy tan ida que no soy capaz de responder, solo sigo llorando.

Toma mi mano.

—Estás helada—recalca pero sigo sin darle importancia porque solo quiero mi vida de vuelta, aquella Ivy feliz y sin preocupaciones.

—Gracias por preocuparse, estoy bien—reacciono.

Me detalla y parece no conformarse con mi respuesta.

—Mi casa está en aquella esquina—la señala—ven conmigo, te prepararé un té—me toma del brazo levantándome.

No tengo ganas de hablar o de decirle a la señora que no quiero y que no hace falta, pero tiene pinta de ser esas señoras que insisten y que no te dejaran en paz hasta que accedas, así que dejo que me guie y empezamos a caminar con el paraguas sobre nuestras cabezas.

Llegamos y entramos a una cabaña pequeña, es acogedora, la fogata está encendida y la señora me invita a sentarme en la sala.

—Te traeré ropa para que tomes un baño caliente—me sonríe— estamos en pleno invierno, ¿cómo se te ocurre caminar bajo esta lluvia y con este frío?

No contesto y una chica sale de la cocina.

—¡Abuela!— Se detiene al verme, me detalla de pie a cabeza y no le doy importancia.

—Cariño...—La señora intenta hablar pero su nieta pega un grito alertándome.

—¡Eres Ivy Albon!—Grita emocionada—soy tu fan. Yo veo todos tus desfiles—se sienta a mi lado mirándome como que si fuera la cosa más increíble del mundo<<si solo supiera que todo lo que brilla no es tan hermoso y perfecto como cree, a veces termina siendo un castigo o una condena>>.

Le dedico una sonrisa y la chica empieza parlotear, pero no soy capaz de escuchar nada porque mi mente sigue en otro lado y su abuela se da cuenta de la situación.

Idílico (Libro Completo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora