Capitulo 10: Hora feliz

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Los días en la casa de Leon volvieron a pasar, solo que esta vez eran más lentos y asfixiantes. Sherry no se pudo quedar mucho más de lo permitido por el gobierno, y aunque Claire no quería volver a alejarse de ella, quedaron en que la visitaría al menos una vez por semana, además, Sherry aseguró que la compañía de Cop hacía todo mejor. Mientras que Chris y Jill se fueron poco después, prometiendo volver y dejarlos al tanto del avance del embarazo.

El momento en el que Leon y Claire quedaron solos en la sala fue descripto por una sola palabra, silencio, y lo peor fue que ese silencio no se rompió.

Parecían ser mudos ante el otro, ya Claire llevaba bajo el mismo techo once días desde su llegada de Nueva York, pero se comunicaban mediante gestos o señales. Como cuando Leon debía irse, y Claire podía percatarse de eso cuando no se encontraba su chaqueta colgada en el recibidor. Ella, mientras tanto, salía a caminar junto a Bruce, siendo este un buen compañero para despejarse y quien siempre preguntaba respecto a Alex Wesker.

De igual forma, cada vez que Claire cocinaba, le dejaba un poco de comida a Leon guardada en el refrigerador. Seguía viviendo en su hogar, y aunque era muchas cosas, no era mal agradecida. Por parte del agente del gobierno, él le dejaba sobre el escritorio de su cuarto los archivos con la nueva información, cuál tristemente no era mucha.

Una de esas mañanas, Claire bajo las escaleras ya vestida limpiando sus ojos, se encamino a la cocina, escuchando música con sus auriculares a todo volumen. Curiosamente, la chaqueta de Leon seguía colgada a simple vista en el perchero. Aún le faltaban unos días para volver al trabajo, pero pasaba mucho tiempo fuera de igual forma. La pelirroja solo podía pensar que lo hacía para no verla, y en si, ella también hacía lo mismo al irse con Hunnigan, quien le hacía una compañía especial y a quien ya consideraba una amiga, o lo más parecido a eso.

Tomó una taza y se preparó un café, tarareando la canción para luego empezar a cantarla en voz baja.

And I don't want the world to see me, cause I don't think that they'd understand. When everything's made to be broken, I just want you to know who I am

Una vez la cafetera indicó que su bebida ya estaba lista, se sirvió un poco. Un susto que hizo que de un pequeño salto y casi derrame el café, la obligó a soltar una maldición. Leon, aún en piyama y con sus brazos apoyados en la isla de la cocina, la observaba sin decir nada.

Claire se quitó apresuradamente los auriculares, poniendo su mano en su pecho para calmarse en poco tiempo. Volvió a darle la espalda, no quería que él la viera asustada, no otra vez.

—No te había visto —dijo sin expresión.

—Te vi muy concentrada cantando, no quería interrumpirte.

Regreso su mirada al rubio, más firme que segundos atrás. Aún tenía los profundos y azules ojos de Leon puestos en ella, solo que, al contrario que ella, se veía una mirada relajada que buscaba el momento para hablar. No se detuvo a esperar a que abriera la boca, por lo que solo siguió su camino a la mesa del comedor.

—Claire...—la llamó con plegaria —no podemos seguir así.

—Bueno, paso un largo tiempo del chip para volver a hablar —susurro.

—Enserio no quiero estar así contigo —explicó acercándose lentamente, sonaba honesto, pero en varias ocasiones se oía igual, solo para resultar ser mentira — eres...eres mi amiga.

<<Amiga...eso eres Claire, no puedes cambiarlo.>>

Desde esa noche en Raccoon City fue destinada a serlo, nada más. No una amante, no una novia, y mucho menos su amor, solo era su amiga, y por no querer serlo, estaba perdiendo incluso ese título.

Haunt: Sangre y sacrificio Donde viven las historias. Descúbrelo ahora