Capitulo 8: El siguiente día

152 20 3
                                    

Al despertarse temió que todo fuera un sueño, pero sintió un leve alivio al encontrarse aún recostada en la cama del rubio. Se incorporó lentamente mientras buscaba a Leon con la mirada, no se encontraba a su lado y al parecer ni siquiera se encontraba en la habitación. No pudo evitar sonreír al verse semi desnuda, los recuerdos de la noche anterior le agradaban, aunque al mismo tiempo la avergonzaban. Había bebido demasiado al igual que Leon, por lo que se dejó llevar, y al parecer él también.

Detuvo sus pensamientos para vestirse y bajar al primer piso, escuchando a alguien preparando el desayuno en la cocina. Quería que fuera el dueño de la casa, pero se trataba de su hermano, a quien le agradaba ver, pero no era quien tenía en mente. El mayor de los Redfield sonrió, se notaba aún su felicidad con la noticia de que sería padre, y nadie lo culpaba, mucho menos su hermana.

—Hice panqueques, ¿quieres unos con fresas como tanto te gustaban? —preguntó revolviendo su cabello, dejándolo aún más desalineado.

—Mataría por unos —accedió sonríente, sentándose en la barra frente a él— ¿los demás? —se atrevió a preguntar, aunque la realidad era que quería saber sobre el rubio.

—Jill se encuentra en la habitación aún dormida, le iré a llevar el desayuno— explicó mientras le dejaba una gran torre de panqueques frente a ella —y Leon salió, supongo que algo del gobierno.

Eso la tomó por sorpresa, se suponía que Leon se había tomado vacaciones, y aunque era un gran agente, la amenaza debía de ser grande para contactarlo. Probablemente estaba ocupado, no lo molestaría y hablaría luego con él. Observó a Chris al saborear el pedazo de panqueque, desde que él había aprendido a cocinar, solo le salían bien tres cosas. Los panqueques, la ensalada sin condimentar y la carne asada.

—Una maravilla, igualan a los de mamá.

—Estoy motivado —respondió alegre —una nueva etapa empieza para mí, quiero poder hacerle el desayuno a mi guerrero o guerrera.

—Creo que falta mucho para eso, mejor aprende a cambiar pañales.

—No aprendí contigo, menos lo haré ahora —dijo riendo leve, dejando las cosas faltantes sobre la bandeja de desayuno, ademas de una rosa recientemente cortada.

—Jill te hará aprender —aseguró divertida.

—No lo dudo.

Tomó la bandeja con cuidado, sin borrar su sonrisa y encaminándose a las escaleras. Antes de pisar el primer escalón, se detuvo y la observó. Su mirada aún seguía feliz, pero curiosamente, Claire descifró un leve "disgusto" en sus ojos.

—Un hombre te buscaba, el que limpio el desastre, deberías llamarlo.

Sin más, dio media vuelta y subió animadamente por las escaleras. Era claro que se trataba de Bruce, a quien sentía que debía agradecerle.

Termino de comer y tomo una rápida ducha, donde se relajó y continuó pensando en el rubio, ¿se encontraría en algún asunto peligroso?, esperaba que no. Se vistió con una chaqueta de pana azul con botones grandes, debajo, una camiseta blanca lisa y simple, unos vaqueros azul oscuro y unas botas negras. Bajo las escaleras armando su típica coleta, para salir de la casa al grito de "¡Volveré en unos minutos, iré a ver a un amigo!

Agradecía mucho que la casa de Bruce quedara cerca, ya que en menos de cinco minutos se encontraba llamando a su puerta. Con un atuendo que recordaba al conjunto que usó aquel día para salir a correr, Bruce abrió la puerta con una expresión de sorpresa al encontrarse con Claire, su rostro se iluminó con una cálida sonrisa casi al instante. Detrás de él, Marvel apareció. Parecía feliz de verla, incluso giró unas cuantas veces a su lado antes de saltar sobre ella.

Haunt: Sangre y sacrificio Donde viven las historias. Descúbrelo ahora