- Pequeños Gestos -

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Nota de autor: ¡Hola a todos! Espero que lo disfruten y comenten también. Estaré leyéndolos.

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- Acto IV, Escenarios XI -

Al principio no dije nada.

No sentí que lo necesitará. O, de verdad, si debo ser honesta contigo, aunque solo sea porque ahora eres mía, no quería decírtelo. En parte porque todavía no estaba segura de todo el asunto, todavía no sabía muy bien cómo actuar, pero también porque había un... un...

Había una pequeña emoción secreta al tener el casco superior y usarlo para mi máximo beneficio.

Es cierto, hay algo emocionante en ser receptor del afecto de alguien, de sus regalos y gestos. Fue algo que disfruté en mis relaciones pasadas, pero no creo que fue hasta ti que realmente viví y respiré mi elemento.

No creo que alguna vez haya brindado a alguien una atención más sutil que la que te di a ti los primeros días después de «ya lo sé». Habías hecho tanto por mí que era imperativo que yo hiciera lo mismo por ti. Me sentí halagada y encantada por tus sentimientos, así que quería hacerte feliz con algo que sabía que no fallaría: yo misma.

Leerte fue solo el comienzo, mi amor.

Me dirigí hacia la biblioteca, con una sonrisa tonta plasmada en mi rostro.
Había terminado un vestido temprano, y aunque todavía me faltaban algunos más, me permití un pequeño descanso aunque solo fuera para ir y tomarme un momento para ti. Es de vital importancia tener en cuenta que solo faltaban treinta minutos para la hora del almuerzo.

Sí, verás del por qué en un minuto.

Llegué a las grandes puertas de roble y rápidamente acomodé mi melena en el reflejo de una armadura cercana. Una vez que estuve satisfecho con mi fabulosidad (sí, esa es una palabra), troté hacia la puerta, respiré hondo y luego la abrí suavemente.

Miré adentro y una sonrisa tortuosa se dibujó en mi rostro cuando te vi allí, con tu rostro escondido entre las páginas de los libros como es habitual. ¡Libros tontos! No tuvieron ninguna posibilidad cuando se enfrentaron a mí, ¿verdad?

-¿Twilight? -llamé, haciendo un espectáculo de mirar tímidamente desde detrás de la puerta.

El libro cayó y te volviste hacia mí con una agradable sorpresa. -¡Oh! ¡Rarity!

-¡Oh, Twilight! -respondí, entrando a la habitación como lo haría una yegua tímida cuando interrumpe a la realeza. -Cariño, ¿estás ocupada? Ciertamente no quiero interrumpir tus estudios. Puedo venir más tarde, si te resulta más conveniente.

-¡Oh, está bien, Rarity! No estás interrumpiendo.

Ambas, por supuesto, estábamos mintiendo entre dientes.

-¡Oh, maravilloso! -exclamé, golpeando mis cascos contra el suelo.
-Procederé, entonces.

Cerré la puerta detrás de mí, luego me dirigí hacia ti y me senté a tu lado. Y me refiero justo a tu lado.

El Último Tren A Casa - MLP:FIMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora