Kono Subarashii Sekai ni Shukufuku wo! Volumen Final: El Proposito de este Mundo

Capítulo 2

La capital del reino, una metrópolis rodeada de edificios, ríos y gigantes murallas. Durante las noches, las farolas se encendían por la magia, embelleciendo la ciudad. Era un lugar extremadamente fortificado, el lugar más seguro del mundo. Eso era por el hecho de que todas las fuerzas militares del Reino convergían desde aquí.

Situada en el tejado de un edificio, sus ojos observaban la ciudad embellecida bajo las farolas que aclaraban las calles en la noche. Con sigilo, se deslizó por las sombras de los edificios, como una sombra misma en busca de su objetivo. Evitó las calles transitadas al moverse por los techos, logrando la idea de no llamar la atención.

Vestida de negro de pies a cabeza, con una capa oscura que la envolvía y un pañuelo cubriendo la mitad inferior de su rostro, Chris se movía con una agilidad silenciosa. En su cinturón, una espada mágica brillaba débilmente dentro de su funda, lista para ser utilizada en caso de emergencia.

Su misión era arriesgada, pero estaba decidida a completarla sin importar el peligro que enfrentara.

Finalmente, llegó a la mansión del noble donde se encontraba su objetivo: el arma sagrada de uno de los reencarnados japoneses. Por lo que investigó, aquel héroe había fallecido hace algunos años. Su arma estuvo vendiéndose en el mercado negro, por mucho tiempo, hasta llegar a manos de aquel noble. Conocía los riesgos de su tarea, pero estaba dispuesta a enfrentarlos por el bien de su trabajo.

Entró a la mansión, forzando la traba de una ventana. Las luces estaban encendidas, lo que indicaba que había gente. Buscó con precaución, evitando a los guardias y los sirvientes del lugar. Buscó y buscó, hasta llegar a una oficina que estaba cerrada con llave.

Trató de forzar la cerradura, pero no servía. Confundida, decidió investigar.

— "Clarividencia" —nombró el único canto del hechizo y sus ojos resplandecieron. En su visión, pudo ver una marca que cubría la puerta. Fue cuando lo entendió, era un sello de barrera. Evitaba que todo lo que estuviera adentro saliera, o que alguien entre. Por suerte, sabía de un hechizo avanzado para romper la barrera.

Luego de un rato, de buscar por toda la habitación, encontró una caja fuerte detrás de un cuadro. Sorteó las medidas de seguridad y rompió el cerrojo de la caja fuerte. Finalmente encontró lo que había estado buscando: una espada negra imbuida con poderes divinos. Con cuidado, la guardó en su bolsa, asegurándose de no dañarse con el filo de la hoja.

Justo cuando estaba a punto de salir de la mansión, a través de una ventana en la pared, escuchó el sonido de alguien caminando por el pasillo. Su corazón dio un vuelco de temor al darse cuenta de que había alguien cerca. Con rapidez, se apresuró a escapar, pero antes de que pudiera hacerlo, la figura de una mujer se materializó ante ella.

Era una guerrera de la guardia real, con una armadura resplandeciente de plata que brillaba a la luz que entraba de las ventanas. Su belleza era deslumbrante, con un rostro delicado y cabello corto de un tono rosa suave que enmarcaba su semblante. En sus manos, sostenía una espada reluciente, y una ballesta de mano abrochada en su cintura, lista para ser usada en el combate.

Las dos mujeres se quedaron paradas, observándose mutuamente con cautela, evaluando al enemigo frente a ellas. Chris se sentía atrapada, como si estuviera frente a una leona lista para atacar. Mientras tanto, la guerrera de la guardia del reino mantenía su postura con determinación, lista para reclamar esa espada para ella.

— ¿Qué estás haciendo aquí? —preguntó la mujer, su voz resonando con autoridad mientras mantenía su postura firme.

Chris se tensó, pero no perdió la compostura. Pensó rápido en una respuesta. — Solo... estaba de paso —dijo con cautela, tratando de ocultar su nerviosismo detrás de su máscara de indiferencia.