Capítulo 7: En los Dominios del Rey Demonio - Parte 3

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La suave luz del atardecer se filtraba por las ventanas de la lujosa habitación de Kazuma, pintando cálidos destellos dorados sobre los muebles de madera oscura. El protagonista se encontraba recostado en su cama, ataviado con una cómoda bata gris, disfrutando de la sensación de relajación que lo envolvía. Con una sonrisa de satisfacción, se estiró y alcanzó el pequeño campanilla que descansaba en la mesita de noche.

— Sebastian, ¿podrías traerme el vino guardado de mil años? —solicitó con un tono de superioridad, ignorando por completo la confusión del elfo.

El elfo lo miró con incredulidad antes de responder con voz exasperada:

— Señor Kazuma, como le he dicho antes, solo tenemos licor barato del mercado, y mi nombre no es Sebastian. Por favor, deje de inventar lujo y pida algo que realmente tengamos en nuestra bodega.

Kazuma suspiró con resignación, frustrado por la ruptura de su fantasía medieval.

— No arruines mi fantasía medieval. Solo tráeme algo para beber —ordenó, agitando la mano con impaciencia.

Mientras tanto, en la entrada de la habitación, el Rey Demonio observaba con incredulidad el comportamiento de Kazuma, con una expresión entre sorprendida y desaprobadora. A su lado, su hija Ayumi se sentía avergonzada por la actitud de su invitado, deseando que la tierra se la tragara.

— ¿Qué ha pasado en mi ausencia? —inquirió el Rey Demonio con confusión, buscando respuestas que no llegaban.

— Papá, es... complicado...  Y me da verguenza decirtelo —balbuceó Ayumi, tratando de encontrar las palabras adecuadas. Se sentía avergonzada por la actitud de su invitado, deseando que la tierra se la tragara.

El Rey Demonio la miró con seriedad, esperando una explicación clara y concisa. No podía permitir que su hija siguiera ocultando cosas, especialmente si afectaban la armonía de su hogar.

— Necesito que me lo cuentes todo. No puedo tomar decisiones adecuadas si no sé lo que está pasando —instó el Rey Demonio, tratando de mantener la calma a pesar de su creciente preocupación.

Con un suspiro resignado, Ayumi comenzó a relatar los eventos de los últimos días, cortando de raíz cualquier intento de ocultar la verdad. Era hora de enfrentar las consecuencias de sus acciones y restaurar la paz en el castillo.

. . .

Díaz antes...

El sol brillaba en lo alto cuando el Rey Demonio se preparaba para otra salida de pesca. Con su gorro ajustado y su caña en mano, se despidió de sus guardias con un gesto de la mano.

— ¡Nos vemos más tarde! —exclamó con entusiasmo mientras se dirigía hacia la entrada del castillo.

Los guardias lo despidieron con respeto, acostumbrados ya a las excursiones de pesca del Rey Demonio. 

El aire ardía en los pulmones de Kazuma mientras corría a través del bosque oscuro, con ramas y espinas rasgando su piel en su frenética huida del castillo del Rey Demonio. Con cada paso, sentía el peso del miedo y la desesperación aplastándolo, pero se obligó a seguir adelante, impulsado por el instinto de supervivencia.

Finalmente, después de una hora de correr sin descanso, Kazuma se vio obligado a detenerse, con las piernas temblorosas y el corazón golpeando en su pecho como un tambor desbocado. Se dejó caer al suelo, jadeando y luchando por recuperar el aliento, mientras miraba hacia atrás para evaluar la distancia que había logrado cubrir.

Sin embargo, la vista no fue alentadora. A pesar de su esfuerzo, apenas había logrado alejarse del castillo. La sombra del castillo aún se cernía sobre él, y la idea de enfrentarse a sus secuaces una vez más lo llenaba de pavor.

Kono Subarashii Sekai ni Shukufuku wo! Volumen Final: El Proposito de este MundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora