Nico
Un cosquilleo me recorre todo el cuerpo al sentir leves caricias en la espalda, dejo que su suave toque continúe y disfruto de cómo Isaac traza líneas con tanta delicadeza que me desconcierta un poco, se siente como si creyera que puede romperme en cualquier momento.
Sin poder contenerlo, suelto un suspiro haciendo que se detenga y en un rápido movimiento me tiene ahorcadas sobre el. Suelto un jadeo de sorpresa.
Dios, este tipo si que es rápido.
Tiene una sonrisa coqueta plasmada en el rostro. «Quiero golpearlo» pero me contengo, puede que me esté comenzando a gustar esa sonrisa suya. Valeeee, no es un «puede» cuando mi corazón revolotea de tal forma que mis sentidos se nublan.
Anoche nos besamos de muchas formas. Fueron besos tiernos y necesitados. Demandantes y pacientes. Como si tuviéramos todo el tiempo del mundo y como si el mundo se fuese a acabar en cualquier momento.
En un momento terminamos recostados en la cama, dándonos pequeños besos y sonriendo como estúpidos sin decir una sola palabra. Ya habíamos dicho suficiente. Me gusto ese pacto silencioso que hicimos en ese momento. Si, aún quedaban muchas cosas por hablar, pero lo que nuestros corazones ansiaban escuchar ya había sido dicho.
No se en que momento nos quedamos dormidos, solo se que después de varios días pude descansar. Mi mente dejó de atormentarme y mi cuerpo pareció entender que mi estrés había desaparecido. Además, dormir con Isaac fue otro premio. Sus caricias, sus besos, su toque, todo era tan relajante que no podía evitar sentir que estaba en las nubes.
Sus dedos se hunden en mis muslos y me quedo quieto, una corriente eléctrica me recorre la espalda y esta no hace más que intensificarse cuando mueve una de sus manos hasta mi estómago, acaricia despacio, alborotando mi interior. Trago saliva, sin dejar de mirarlo, su mirada oscurece y por el agarre de su otra mano, creo que está conteniéndose. No se que, pero parece costarle.
Quiero hablar, pero su toque no me lo permite. Me roba hasta la última gota de sensatez.
Mi cerebro se fue de vacaciones dejándome una nota «Suerte, baboso» buenoo, digamos que tampoco hacía mucha diferencia cuando estaba, hacia las mismas estupideces. Su mano desaparece de mi estómago lentamente hasta llegar a mi pecho, lo aprieta y me da una media sonrisa al sentir los latidos desbocados de mi corazón.
Sabe que estoy nervioso. Y le encanta.
Ahora puedo estar seguro de algo; no importa cuánto tiempo pase, nunca voy a acostumbrarme a su toque. Es cálido y al mismo tiempo quema como el infierno.
Mi respiración se agita cuando su agarre se suaviza y se va deslizando hacia arriba cada vez más. No oigo más que nuestras respiraciones, solo me concentro en su toque y su mirada intensa clavada en mi rostro. Siento las mejillas arder y me dejo caer para tener nuestros rostros cerca, la punta de nuestras narices se tocan y permanecemos en esa posición unos segundos hasta que su boca parece querer devorar la mía.
Es un beso totalmente diferente a los de anoche.
Todo mi interior está quemando, ardiendo y no se si quiero apagar el fuego que estoy sintiendo. Creo que puedo volverme adicto.
Isaac se separa como si buscará aire y yo suelto un quejido sin poder evitarlo. Me da una sonrisa mostrando todos sus dientes, sus ojos brillan y tiene las mejillas teñidas de un leve sonrojo. Dios, es demasiado lindo. Me estresa no poder describir como me siento en estos momentos, detesto que mi cerebro y sentidos se nublen cuando lo tengo cerca. Siempre me ha parecido lindo, pero ahora luce como todo un dios griego. Quiero seguir besándolo. Me gustan sus besos. Me gusta como me siento.
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La teoría de cómo amar. #pgp2024
Teen FictionCuando un accidente trunca las oportunidades de Isaac de convertirse en una de las mayores estrellas de la natación y le quita toda esperanza, su vida se viene cuesta abajo, siente que, con cada terapia, le arrancan un trozo de su alma, arrebatándol...