𝐃𝐚𝐲, 𝟑. 𝑳𝒊𝒓𝒊𝒐𝒔

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Mentiría si dijese que esa noche pude dormir, no pude pegar el ojo en casi toda la noche tratando de buscar una posición cómoda para dormir, sin embargo ya estaba cansando de forzar mis ojos intentando conciliar el sueño

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Mentiría si dijese que esa noche pude dormir, no pude pegar el ojo en casi toda la noche tratando de buscar una posición cómoda para dormir, sin embargo ya estaba cansando de forzar mis ojos intentando conciliar el sueño. Cada vez que los cerraba veía el rostro de aquel chico sintiéndome atrapado entre sentimientos que no podía explicar.

Mentiría si dijera que la mañana siguiente no la esperaba con ansias, tres días seguidos en los que aquel chico moreno venía a comprar flores pero, ¿por qué lo estaba esperando?

—¡Buenos días! —aquella voz que me mantuvo despierto toda esa noche la escuché nuevamente.

—Buenos días... —me di media vuelta y le sonreí un poco cansado—. ¿Cómo está tu mañana?

Se acercó de más inclinándose a mi altura para alzar una ceja con una sonrisa en sus labios. Pude sentir exactamente como la sangre de mi cuerpo se acumulaba en mi cara, quemándome las mejillas.

—Al parecer mejor que la suya, ¿tuvo mala noche? —preguntó curioso incorporándose mientras acomodaba sus lentes.

—Bueno... —pronuncié torpemente sintiéndome nervioso.

—No hace falta que me contestes, cariño. Fue una pequeña broma, no te estreses —aclaró rápidamente ofreciéndome una sonrisa más abierta—. Por cierto, ví esas flores de allá y no pude resistirme en no llevármelas.

Me señaló un ramo de flores en una maceta grande donde había puesto los arreglos ya terminados. Pero entre todas las personas que vinieron hoy en la mañana se quedó un ramo de lirios.

—Son muy lindas, ¿qué nombre tienen?

Tomé el ramo del balde con cuidado y se lo extendí.

—Lirios. Hoy sólo me quedó este ramo pero si deseas de otro color puedo conseguirte.

—No, gracias. Estas me gustan —agarró el ramo dedicándome una sonrisa para después mirar el ramo—. Y a ella también le van a gustar mucho.

Sonreí por reflejo sintiéndome extrañamente incómodo, le cobre lo debido y se despidió con una bella sonrisa. Suspiré con pesadez intentando liberar aquel sentimiento que oprimía mi pecho, intentándolo calmar. Sentía rabia, como si al decir eso me hubiera rasgado con una navaja, sin embargo, ¿por qué lo estaría?

Increíblemente para mi este día paso tan lento, viendo a las personas pasar de aquí para allá. Incluso antendí a varios clientes confundiendo sus pedidos. Debería sentirme feliz de que con mis pequeñas flores lleven felicidad a otra persona.

Miré el anillo que tenía puesto, moviéndolo de lado a lado con mi pulgar y dedo medio. Desde hace tres días que ya no sueño con mi amada, ya no la busco y ya no espero por su regreso. Ya no te espero en mis sueños.

Debería sentirme feliz.

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Charlie sentía que algo con su papito estaba mal, lo veía un poco decaído mientras picaba algunas cebollas y pimientos para la cena de hoy, dejó sus deberes a un lado y lo abrazo por la pierna.

—Papá

—¿Qué pasó, manzanita?

—¿Otra vez soñaste con mamá?

Lucifer sólo sonrió débilmente y limpió las manos para acariciar la cabecita de su pequeña hija.

—No, corazón. Sólo fue un día pesado.

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Pétalos de amor | RadioappleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora