𝐏𝐑𝐎𝐋𝐎𝐆𝐔𝐄

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Paris, Francia

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Paris, Francia. 1950

Era un sábado en la mañana, había un cielo primaveral radiante con los primeros albores de rayos de sol atravesando los cristales de la ventana del cuarto siendo opacadas por las refinadas cortinas que lo decoraban.

El reloj marcaba exactamente las seis y punto de la mañana, un adormecido Lucifer se encontraba descansando sobre la cama matrimonial que ahora le quedaba exageradamente grande para su delgado cuerpo y pequeña estatura. Anteriormente ese espacio era ocupado por su ahora ex esposa la cual se marchó hace seis años, dejándolo solo con su pequeña hija recién nacida, no comprendía del todo el porqué se había marchado simplemente un día se había ido, empacando sus cosas apresuradamente y lo dedujo simplemente por las prendas que se habían quedado en sus cajones ligeramente abiertos. La busco, lo hizo día y noche sin descansar con Charlie entre sus brazos sin resultado alguno, el día en que Charlie enfermó con un fuerte resfriado luego de varios días de búsqueda sin sosegarse supo que debía parar, que debía asumir resignadamente la decisión que había tomado ella en dejarlos, a pesar del dolor que le provocaba su ida tuvo que aceptarlo.

La puerta de la habitación se abrió lentamente dejando ver a una niña de rubios cabellos, vestía con una pijama de bata blanca y corrió silenciosamente hasta la cama de Lucifer quien seguía dormido. Se subió con un poco de dificultad gateando hasta quedar cerca de él y comenzar agitar de su brazo para despertarlo, notando rastros de lágrimas en las mejillas medio sonrosadas de su padre.

—Papá, despierta... —pronunció con delicadeza mientras limpiaba con sus manitas el rostro mojado de Lucifer.

Frunció las cejas abriendo de poco a poco sus ojos acostumbrándose a la luz de la habitación y fijó su mirada en los pequeños azulejos que tenía su hija como ojos los cuales demostraban preocupación. Se incorporó paulatinamente sobre sus codos recargando su espalda en el espaldar de la cama tallando sus párpados, miró a su hija ofreciéndole una cálida sonrisa para después acariciar su cabeza.

—Ya estoy despierto, manzanita.

—¿Por qué estabas llorando, papá? —preguntó con inconsistencia.

Ante la pregunta Lucifer no pide evitar llevarse la mano a la cara, palpando levemente con las yemas de sus dedos sus pómulos dándose cuenta que su hija tenía razón. Nuevamente miró a su hija que lo miraba de manera angustiada, disimulandamente se limpió lo que quedaba de ellas.

—Mira la hora que es, se nos hace tarde para ir a la florería. Ve a cepillarte los dientes y a vestirte, dulzura. —respondió evitando la pregunta de la menor, dicho esto le dio un beso en la frente y la bajo de la cama.

Ella sonriente corrió hacia su habitación olvidándose de lo que acababa de preguntar por la emoción de ayudar a su padre en la florería. Lucifer suspiró aliviado y sonrió viendo como su hija corría por el pasillo, luego de acomodar su cama y la de Charlie se dispuso a darse una ducha.

Pétalos de amor | RadioappleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora