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Era lunes por la mañana, al parecer todo parecía ir bien. Dejé a Charlie en la escuela y como nunca llegamos temprano, llegando al local noté que el comerciante al cual le compro las flores tenía nuevas rosas coloridas ademas de bellas plantas y flores. Me sentí contento porque presentía que se iba a vender bastante este día.
A eso de de las once Alastor vino como todos los días y se me hizo extraño que cargará un maletín. Desde aquel día en que nos besamos, él y yo comenzamos a ser más íntimos. Compartíamos pequeños besos, nos agarramos de la mano como si fuésemos una pareja de casados. Eso sin que nadie se de cuenta. El amor entre dos personas del mismo genero no es muy bien visto.
Él compro flores para llevar al cementerio y antes de retirarse me beso lentamente aprovechando de la ausencia de clientes en ese momento, disfrutando cada segundo para después besar mi frente. Aún me cuesta acostumbrarme a esas muestras de cariño pero no podía negar que no me gustará. Puso el maletín en el mostrador y se despidió de mí moviendo su mano.
—Nos vemos luego, cariño. Pasaré por Charlie al colegio para traerla aquí.
Se despidió y salió por la puerta con su simpática sonrisa. Sonreí con dulzura sintiéndome muy nervioso y avergonzado. Cuando tuve un poco más de tiempo revise el maletín curioso por ver lo que contenía, el maletín casi cae de mis manos ante la sorpresa que me lleve al ver que contenía fajos de billetes de cien y cincuenta dólares, Alastor no tardó en llegar junto con Charlie.
—¡Papá! — corrió hasta mí y me abrazó, la abrace de vuelta diciéndole que me esperara en el habitación de empleados.
Caminé Alastor camino hasta mí y acarició mis mejillas dándome un beso en ellas, mientras que yo estaba serio y al darse cuenta de ello se hizo para atrás.
—¿Hice algo malo? —preguntó sonando preocupado.
—Alastor, yo agradezco que me ayudes mucho pero eso es demasiado. No puedo aceptarlo —su sonrisa se descompuso, parecía herido por mis palabras. Sin embargo suspiró y una nueva sonrisa se formó en sus labios, tomándome de la mano las beso con cariño.
—Haría eso por ti y mucho más, Lucifer. Además —añadió—. Dije que te ayudaría.
Me quedé en silencio una hice una mueca de inconformidad en mis labios. Alastor estaba demostrando mucho con eso y verdaderamente no sabia como tomármelo. Finalmente sonreí cariñosamente y lo abrace con fuerza, Alastor parecía mi ángel guardián.
—Muchas gracias, Alastor... —me acerque hasta su rostro y bese la comisura de sus labios. El sonrió de vuelta y me abrazo besándome con más profundidad.
El rechinido de la puerta abriéndose fue señal para que Alastor y yo nos separemos al ver a cruzar a Charlie por la puerta. Ella se quedó viéndonos a lo cual ambos nos quedamos viendos nerviosos separndonos cada vez más.
