𝐃𝐚𝐲, 𝟗. 𝑫𝒆𝒕𝒕𝒆𝒔

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Eran exactamente las doce de la noche y Alastor seguía en la estación de radio

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Eran exactamente las doce de la noche y Alastor seguía en la estación de radio. Papeles arrugados e incluso con textos incompletos adornaban el suelo del estudio a su alrededor, no encontraba un buen guión para el siguiente día. Vox ya se había cansado de intentar ayudarlo, el moreno era muy testarudo, completamente quisquilloso. Un fuerte resoplido salió de sus labios en gesto de frustración y arrugó el papel entre sus manos para descartarlo, no podía pensar con claridad pues constantemente sus ideas eran reemplazados con recuerdos de la noche anterior, dónde su amado había correspondido a sus sentimientos, entregándose asi en un tierno beso.

Aún podía sentir el cosquilleo en sus labios y pecho, recordaba el haberlo tomado de sus sonrosadas mejillas e intensificar más ese leve roce. Besarlo fue una experiencia inexplicable, era como estar perdido en el Edén.

El día de hoy fue algo cómico de presenciar, aunque Alastor normalmente era muy sereno, esa mañana dudaba si realmente entrar debido a que sentía temor por motivo de que quizás el rubio ignorase completamente lo que pasó y se hiciera el tonto. Como era de esperarse, eso no pasó, Lucifer lo atendió con normalidad aunque muriéndose de nervios dejando que Alastor tomará sus manos y acariciando sus mejillas, incluso de vez en cuando dejar que este lo besara.

Se retiró sus lentes colocándolas sobre el escritorio y se llevó las manos a la cara con las cuales talló sobre la piel de su rostro. Una sonrisa se asomó de sus labios al caer en cuenta de que nuevamente estaba pensando en ese momento. Era algo que no podía evitar y realmente no es algo que quisiera, el rubio pasaba constantemente en su cabeza. Se colocó sus lentes peinándose unos muchos mechones de cabellos que se le habían desordenado en el transcurso del día, tomó la pluma que reposaba en el tintero en una esquina del escritorio y la colocó sobre la hoja en blanco, movió su mano intentando escribir dándose cuenta que la pluma no cargaba tinta. Nuevamente volteó a mirar el frasco de tinta el cual ahora estaba vacío y suspiro con pesadez, lo que faltaba.

Abrió cada uno de los tres cajones del escritorio sin encontrar ni un frasco de tinta, no tuvo más opción que desplazarse hasta el escritorio de su compañero a ver si cargaba uno extra. Tras rebuscar en dos cajones sólo encontrándose grabadoras o papeles de guiones pasados, resmas de papeles y cables. En el último cajón al rebuscar los frascos nuevamente se encontró con algo que no había pensado que se lo volviese a encontrar, la tarjeta de presentación de aquel hombre del que todos hablan llamado Valentino. Tomó la tarjeta entre su dedo pulgar e índice, acercándolo para poder verlo con determinación. "¿Qué hacía Vox con algo como esto?" Pensó con desinterés, conociendo como era su compañero no era tan raro que se rodeé con esa clase de gente, lo hubiese dejado pasar si tan solo ese mismo insignificante trozo de papel no hubiese llegado al local de su amado y por como reaccionó el rubio no debió por ser nada bueno.

Intentó muchas veces no involucrarse en asuntos que no le competen pero al tratarse de Lucifer no pudo simplemente ignorarlo. Quería protegerlo de todas las maneras posibles y de incluso si de matar se trataba por él lo haría, eso era seguro, al carajo las malditas consecuencias.

Decidido salió de la estación de radio y se subió a su auto rumbo a casa del rubio sin importarle que fueran la una y diez de la madrugada. Al llegar tocó en repetidas ocasiones la puerta de una manera en que puedan escuchar sin ser agresiva, pasaron alrededor de cinco minutos y al no tener respuesta, dio un paso atrás dispuesto a marcharse. Probablemente más tarde hablarían mejor, sin embargo el seguro de la puerta abriéndose lo hizo frenar y voltear hacia atrás.

Una imagen como esa se quedó grabada en su memoria instantáneamente. Un Lucifer medio adormecido se asomó por la puerta. Si cabello el cual siempre había visto cuidadosamente peinado estaba medio alborotado con algunos mechones sobre su frente. Usaba una bata de dormir la cual parecía habersela puesto con rapidez aún estando dormido ya que no estaba amarrado del todo, dejando parte de su pecho descubierto además de un poco de piel de los hombros.

Alastor tuvo que tragar con fuerza al sentir como su boca empezaba a producir saliva en exceso.

—¿Alastor...? —pronunció débilmente ante el sueño— ¿Sabes que hora es? ¿Qué haces aquí?

Verlo así tan vulnerable solo hizo que pierda el poco autocontrol que le quedaba y lo besó.

—Lo siento, además de mis ganas de querer verte, tenía unas dudas acerca de algo —decía entre cada beso que le robaba.

El rubio fue despertándose poco a poco entre cada beso robado por el moreno, le parecía tierno desde que lo besó, el se descontroló.

—Si pero... ¿No pudiste esperar hasta las once o doce de la mañana? —cuestionó intentando alejarse sutilmente del más alto. Más este freno y paso a hundir su rostro en el cuello pálido de Lucifer, volviéndose loco con el olor natural que desprendía. Olía a manzana roja.

Por si parte, el rubio al sentir la respiración del moreno chocar contra su piel sensible en aquella zona, no pudo evitar ruborizarse. Intentó alejar a Alastor sutilmente pero este se agarró con fuerza de la cintura de él.

—¿Qué relación tienes con Valentino? —soltó. Lucifer se quedó en silencio un breve momento.

—¿Relación?

—¿Tienes negocios con él? —preguntó incorporándose para verlo a los ojos.

Sin embargo Lucifer sólo atino a sonreír sin una pizca de gracia.

—¿Negocios? Ni siquiera es eso... —explicó—. Mi esposa cometió el error de pedir prestado dinero y como ella desapareció pues legalmente como su esposo me toca a mi pagar esa deuda...

Las risas sutiles pasaron de ser fingidas a notarse afligidas, los ojos de Lucifer comenzaron a cristalizarse debido a la impotencia y Alastor al notarlo no dudo en abrazarlo con fuerza.

—Alastor... —Lucifer correspondido el abrazo colocando su mejilla en el pecho del moreno—. No sé que voy hacer... Cuando pienso que lo peor ya pasó, cuando siento que Charlie y yo estaremos bien, todo se viene abajo... —sollozó agarrando el terno grisáceo del moreno con fuerza entre sus manos.

—¿Cuánto dinero es...? —se atrevió a preguntar.

Entre lágrimas respondió.

—Como diez mil dólares...

Alastor se quedó en silencio mientras acariciaba los rubios cabellos de Lucifer, realmente parecía agobiado por pagar esa cantidad de dinero, un dinero que nunca había utilizado ni siquiera para darle a Charlie un futuro más próspero por qué realmente esperaba dárselo con su floristería. No era mucho pero trabajo por ese lugar en el el corazón de París por años.

Alastor no conocía a la mujer y esperaba no conocerla, no la había visto jamás pero Dios, incluso su ausencia fastidiaba.

—Todo estara bien, déjame ayudarte...

—Todo estara bien, déjame ayudarte

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Pétalos de amor | RadioappleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora