Alastor despertó con el suave murmullo de la luz del amanecer filtrándose por las cortinas entreabiertas. El aire fresco de la mañana se colaba por la ventana abierta, trayendo consigo el canto de los pájaros que anunciaban el nuevo día. Lentamente, abrió los ojos y se encontró con el techo blanco de su habitación iluminado por los primeros rayos del sol. Un instante de calma le invadió antes de recordar que no estaba en su habitación. Se incorporó rápidamente de la cama y se sentó, un fuerte dolor de cabeza se instaló en su cabeza, soltando un gemido de dolor.
Mientras se llevaba la mano a la cabeza miró la habitación observando los cuadros y nuevamente la calma lo invadió al ver los cuadros de Charlie y Lucifer, miró su cuerpo sintiéndose muy expuesto y retiro las sábanas dándose cuenta que sólo estaba en ropa interior. Se pasó una mano por la cara tratando de recordar que es lo que había hecho ayer y vagos recuerdos lo invadieron. Una sonrisa tonta se asomó en sus labios y se recostó nuevamente en la cama, tomo una almohada y la puso sobre su rostro sólo para darse cuenta que tenía el olor de Lucifer. Respiró profundamente hasta que se sintió satisfecho y exhaló con suavidad.
Salió de la cama y se estiró caminando por la habitación, observando cada detalle de esta, miró su ropa perfectamente limpia doblada y planchada sobre uno de los sillones, tomó sus lentes que estaba sobre su ropa y se los puso, observando también una pequeña nota de papel. La tomó entre sus dedos y leyó.
—"Querido Alastor, espero que hayas dormido muy bien, no quise interrumpir tu sueño pero como ves, tengo responsabilidades que debo cumplir. Te dejé tu ropa limpia en el sillón y el desayuno en la mesa, espero que sea de tu agrado, en tal caso de que te sientas mal dejé en la mesita de noche pastillas para el dolor de cabeza. Con cariño, Lucifer."
Alastor sonrió casi sin poder evitarlo y observo cada curva de letra de su amado. Luego de ponerse su traje y alisar con su mano su camisa miró la mesita de noche donde estaba la pastilla, camino hasta ella hasta que vio un pequeño cuadro de una mujer de cabellos rubios. Se llevó la pastilla a la boca y tomó un sorbo de agua del vaso que estaba sobre la mesa, llevo su mano al recuadro y lo colocó boca abajo para evitar verla. Cuántas ganas tenía de desecharlo.
Salió de la habitación y descendió de las escaleras con paso lento, el aroma del café recién hecho y las tostadas doradas llenaban el aire. Con cada escalón, la anticipación del desayuno se mezclaba con el reconfortante calor que prometía el nuevo día. Luego de comer y lavar los platos por educación y agradeciendo, Alastor salió de la casa del rubio con su característica radiante sonrisa.
Por otra parte, Lucifer estaba bastante tranquilo cumpliendo con su rutina diaria, tenía pensamientos fugaces sobre su deuda con Valentino pero se propuso a tomárselo con calma y no dejar que la desesperación tomara gran parte de sus pensamientos, también pensó en Alastor, preguntándose si estará bien o si ya se habra ido de su casa. Una leve sonrisa se formó en sus labios en pensar en él. Espero pacientemente que Alastor pasará por la tienda, ilusionado con cada tintineo al abrirse la puerta de la florería. Suspiró suavemente con la esperanza de verlo y hablar con el sobre la noche anterior, probablemente no recuerde demasiado pero el vivió todo con lucidez, con tan solo recordar ciertos fragmentos sentía sus mejillas arder. Nunca había hecho, ni había creído que haría esas cosas con un hombre, no sabía que hacer o como debería haberlo tomado. Sin embargo, las emociones, las sensaciones y los roces habían sido una experiencia nueva y placentera para él.
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Pétalos de amor | Radioapple
FanfictionDónde Lucifer está más que enamorado de su fiel cliente al que viene a su tienda todos los días a comprar una flor para su "amante".