Capítulo 24 La verdad sale a la luz

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Llegamos a la mansión, ya estaban todos dormidos, Queen me escabulló por las escaleras, era como si aún fuera un adolescente rebelde, tenía esa picardía que todo el tiempo me mantenía al límite.


Nos besamos por las escaleras, le fui dependiendo los botones de su camiseta, pero tuvimos prudencia, algo de lo que más admiro de Queen es que a pesar de todo, siempre vela por su hermanita. No hicimos nada fuera de lugar hasta que estuvimos dentro de su habitación y la puerta estuvo bajo llave, solamente fueron besos llenos de pasión.


Lo que si debo de admitir es que se notaba las ganas de ambos, porque lo hicimos reiteradas veces antes de quedarnos dormidos. No se me hizo muy difícil acostumbrarme al calor de Queen, al sabor de sus labios, al despertar y lo primero sea ver su rostro, no fue muy complicado volverlo parte de mi vida.


No sé si fue por la mala noche que pasé en aquella cena, si fue porque no estaba en un lugar que fuera tan conocido por mí, pero me desperté temprano y se me hizo imposible volver a dormir, así que tomé la decisión de que quería prepararle el desayuno a Queen y traerlo a la cama.


Quería darle un agradecimiento por ser tan comprensivo, pensé que iba a estar mucho más molesto por haberle ocultado que mi abuela tiene mucho dinero, que soy heredera de unas empresas millonarias, pero ahora que veo que no es así, me doy cuenta incluso más de que es un hombre muy comprensivo.


Me coloqué una camiseta de Queen, me amarré el cabello y bajé las escaleras con cuidado, aún era demasiado temprano para que estuvieran despiertos, pensé en hacer el desayuno para toda la familia, pero sabía que eso era algo innecesario y que probablemente no sería del agrado de la familia, además no quería prepararle el desayuno a Dalton, ese privilegio era algo que conmigo ya no tendría.


Empecé a buscar todo lo que necesitaba, se notaba que era la casa de una familia adinerada, no faltaba absolutamente nada, era como estar en un supermercado, había incluso variedades de panes, una maravilla.


Empecé poniendo a hacer el café, piqué algunas verduras y rompí varios huevos en un tazón para preparar una tortilla, estaba poniendo la taza en la bandeja cuando sentí unas manos en mi cintura y una barbilla sobre mi hombro.


Sonreí anchamente con la taza entre mis manos, me di la vuelta para mirar a Queen, pero mi sorpresa fue cuando allí no estaba Queen, sino que me encontré con el rostro de Dalton y la taza se me cayó de las manos.


—¿¡Qué se supone que estás haciendo!? —levanté el tono de mi voz con mi corazón latiendo con fuerza.


—Ni siquiera pudiste darte cuenta de la diferencia hasta mirarme, no quieres darte cuenta de que estás con mi hijo porque se parece a mí, estás con él buscando lo que no pudiste tener conmigo —suelta aquellas palabras lleno de recelo.


—Te estás volviendo loco, ni siquiera puedes pensar con claridad, no esperaba que ninguna otra persona tuviera la osadía de tomarme de esa manera, no tiene nada que ver con lo que mencionas, Queen no se parece en nada a ti —sentencio y me inclino para recoger los cristales.


—Vas a lastimarte, deja que yo lo hago —se inclina junto a mí.


Me aparto de él y lo dejo recogiendo solo los cristales, siento la rabia recorrer por mi cuerpo, es como si nada pudiera salirme como yo quisiera.


—¿Dormiste con él? ¿Dejaste que te folle? —se atrevió a preguntarme mientras continuaba juntando los cristales y se detuvo para mirarme, a lo que esboza una media sonrisa— Siempre te ha ido muy bien el rojo, me daban ganas de arrancártela con los dientes.


¿En qué momento de mi vida me había enamorado de un hombre que podía ser tan vulgar, tan asqueroso? Desde que había perdido el amor por Dalton, todo, absolutamente todo se me hacía asqueroso de él.

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