Capítulo 36 Un idiota insistente

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Todos los recuerdos habían vuelto como una ola enorme que te revuelca por la arena y te magulla. Me fui de allí sin importar que pareciera grosera, no quería quedarme fingiendo que estaba bien cuando en realidad todo el dolor del pasado me estaba aplastando.


Mi abuela se había encargado de arruinarlo todo de nuevo, desde la distancia, pero lo había logrado. Entré en el camarote y me recosté en la cama, dejé salir las lágrimas, que poco a poco me dieron una paz interior que no alcanzaba a explicar.


Cuando Queen regresó a la habitación, era un cuerpo vacío, parecía como si no quedaban lágrimas. Habría llorado ya el oasis completo, al menos eso era lo que sentía en mi interior.


Sin embargo, a medida que dejaba salir en palabras todo lo que sentía y revivía los hechos contándole a Queen, volví a llorar un poco más.


Tal vez no tenía las palabras adecuadas para consolarme, pero realmente aquello no era lo que importaba, el hecho de que se quedara sentado a mi lado escuchando leyendo cada una de las heridas sobre mi alma, era más que suficiente.


Además, se había preocupado por mi alimentación, no había sido lo más sano que podía comer, pero tampoco importaba, en los momentos de angustias, uno tenía que sentirse libre de comer lo que sea que pudiera saciarle.


Al terminar comí un poco de aquel helado y solté un enorme suspiro de satisfacción, lo había hecho muy bien, sin duda estaba capacitado para ser mi esposo.


—Estás aprobado —solté aquellas palabras entre risas y Queen me quedó mirando como si no comprendiera de que estaba hablando, por lo que agregué— Para ser mi esposo, estás aprobado. Sabes lo que tienes que hacer en cada situación, por lo que serás un gran esposo.


Sus rasgos se suavizaron, por supuesto que una sonrisa victoriosa se asomó sobre sus labios y se quedó un momento mirándome directamente a los ojos.


—No es que sepa que debo hacer en cada situación London —soltó aquellas palabras con dulzura, me rodeó entre sus brazos y me acarició el cabello con ternura— Pero me duele tanto cuando te veo en una situación como esta, no quiero ver lágrimas en ese hermoso rostro.


Me volvió ese nudo en la garganta, realmente entendía lo que quería decir, porque me pasaba exactamente lo mismo. Sin embargo, no quería que se sintiera de aquella manera por mi culpa, aunque fuese un gran apoyo en un momento de tanta angustia.


Me refugié entre sus brazos, el aroma de su perfume inundó mi nariz y cerré mis ojos lentamente. Estaba a punto de pedirle que se metiera a la cama conmigo y que nos quedáramos de ese modo toda la tarde; sin embargo, no lo hice porque la puerta sonó.


Queen estaba a punto de levantarse cuando yo me puse de pie, tendría que haberlo dejado que saliera él, porque cuando abrí la puerta me encontré con el rostro de Chéster y aunque se viera un poco apenado, no me era suficiente.


Me había hecho sentir incómoda, aunque no lo hubiera hecho exactamente con una mala intención, sino que al final, intentando impresionarme, había traído de regreso recuerdos que no eran para nada buenos.

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