Capítulo 4 Verdadera lección

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Es cierto que en los momentos que había estado en las cuatro paredes de mi apartamento me había imaginado tantas veces tomando venganza de Dalton, había deseado verlo devastado, pero luego me cuestioné si yo era ese tipo de persona, de las que ejercen justicia por su propia cuenta y las dudas se apoderaron de mí.

En cuando a Queen, había pensado que se trataba de una especie de chiste, que quería ponerme a prueba para saber si era una verdadera perra, lo había rechazado, le dije que no era lo que en verdad deseaba, sin embargo, me dejó una tarjeta con su número y me pidió que se lo pensara.

No podía ser cuestión de una infidelidad, no, me negaba a creer que solamente era esa su razón de querer vengarse de Dalton, debió de ser un padre horrible, esa es la única explicación que encuentro en mi mente para que haya llegado al extremo de buscar a su ex amante y pedirle una tregua en busca de una venganza.

Estaba acostada en la cama de Sam, ella se había levantado un poco más temprano de lo usual, ambas llegamos ebrias luego de aquella conversación, pero ella un poco más de lo que estaba yo, terminó vomitando a un costado de la cama y aun así en la mañana luego de tomarse unas pastillas ya estaba como nueva.

Me dejó en los pies de su cama ropa limpia, doblada, me pidió que por favor me diera una ducha y que luego fuera a su oficina, según sus palabras hoy mismo empezaría a trabajar con ella, aunque en mi opinión luego de aquella noche necesitaría unos cuantos días para volver a estar capacitada para el trabajo.

Bueno, en realidad es un poco una excusa para no salir de la cama, pero en mi opinión sí que es un poco válida.

Luego de haber hecho todo lo que Sam me había pedido, una ducha, el desayuno, la ropa que me había dejado... emprendí mi viaje a la oficina, al menos pronto volvería a tener mi propio espacio, ya que quedé de ir a ver unos apartamentos en la semana, no quiero ser una molestia para Sam, aunque diga que no lo soy, también necesita de su espacio.

Al llegar debo de admitir que pasé prácticamente toda la mañana a base de café, sobre todo porque Sam me pidió que la acompañara a todas las reuniones, entre ellas un almuerzo, al menos podría comer mientras ellos discutían sobre negocios que no tengo la menor idea.

Eran dos hombres ejecutivos promedios, nada fuera de lo normal, aunque uno de ellos me observaba con especial interés, claro que, tengo en claro porque eran las palabras que Dalton siempre repetía, no deben mezclarse los negocios con la vida personal, así que se mantuvo al margen y no hizo ningún tipo de comentario.

El almuerzo finalizó, entonces Sam y yo nos pusimos de pie primero, dispuestas a despedirnos para marcharnos cuando el hombre que me había estado observando durante todo el almuerzo aclaró su voz.

—Disculpen, me gustaría invitarlas esta noche, daré una reunión para poder hablar de negocios, habrá bastantes inversionistas, puede que usted señorita Samara se vea beneficiada, escuché que estaba interesada en buscar inversores para un proyecto en concreto —comentó el hombre.

Mi mejor amiga se quedó en silencio unos segundos, colocó un gesto un tanto pensativo, muy poco propio de ella, y luego sonrió con sutileza.

—Claro, allí estaremos —comentó por último.

Luego de su respuesta salimos del sitio, Sam seguía en aquel incómodo silencio, no entendía que era lo que le disgustaba de la propuesta que le había hecho, si ya estaba haciendo negocios con ese hombre y le proponía poder encontrar inversores que necesitaba, es probable que fuera bueno para ella, así que no aguanté más.

—Sam, no lo entiendo, por qué estás tan callada desde que ese hombre te propuso lo de la reunión, se supone que deberías de estar feliz —la miro de reojo mientras conduce.

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