capítulo 11

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Astoria se detuvo en seco, frunciendo el ceño ante la inesperada interrupción. Estaba a punto de sumergirse en la calma de su piscina, disfrutando de un momento de soledad, cuando el timbre de las rejas sonó otra vez. Algo en esa insistencia la incomodó.

Con paso cauteloso, se dirigió hacia la puerta de entrada, observando desde la ventana lateral para tratar de identificar quién podría estar tocando. Al no ver a nadie conocido, una sensación de inquietud comenzó a asentarse en su pecho. ¿Quién podría ser? ¿un mensajero? ¿O tal vez alguien que Draco había olvidado mencionar?

—¿Quién es, Lisi? —preguntó Astoria, al notar que la elfina doméstica había aparecido a su lado. Lisi era la única elfa que Draco había asignado para asistirla las 24 horas desde que se mudaron, y Astoria la encontraba tremendamente útil.

—La señora Potter, ama —respondió Lisi con una leve inclinación. Astoria frunció el ceño de inmediato. No tenía ningún tipo de relación con Ginny Potter. ¿Qué hacía ella allí, en su mansión, sin previo aviso?

—Dice que tiene un asunto muy importante que tratar con usted... sus palabras, no las mías, ama Astoria —añadió la elfina, levantando las manos como en señal de inocencia.

Astoria suspiró, su desconcierto mezclándose con una creciente inquietud.

No va negar que sintió una mezcla de sorpresa y recelo cuando escuchó el nombre de Ginny Potter. No eran cercanas, ni mucho menos. Apenas si habían intercambiado palabras en los pocos eventos donde coincidieron. ¿Por qué, entonces, Ginny estaba en su puerta, diciendo tener algo "importante" que tratar con ella?

Suspiró, evaluando sus opciones. No le interesaba iniciar una conversación con esa mujer. Pero la curiosidad empezó a crecer, y una parte de ella sabía que no debía ignorar lo que fuera que Ginny tenía para decir.

—Está bien, Lisi —respondió finalmente, en un tono medido, controlado—. Dile que pase.

La elfina hizo una pequeña reverencia antes de desaparecer con un leve "pop". Astoria permaneció inmóvil por un momento, asegurándose de que su expresión no revelara la creciente intriga que sentía. Caminó hacia el salón principal, donde recibiría a Ginny Potter.

Cuando la puerta se abrió, se encontró con la pelirroja, quien permanecía de pie con una expresión de firmeza, pero también de incomodidad. Astoria la observó un segundo antes de hablar, sus palabras educadas pero distantes.

—Señora Potter —dijo, con voz neutra—. No esperaba su visita. ¿A qué debo el honor?

Ginny dio un paso dentro de la casa, su mirada directa e intensa. No hubo formalidades ni rodeos cuando finalmente habló, su tono cargado de gravedad.

—Necesito hablar contigo sobre Draco.

El corazón de Astoria dio un vuelco, pero se obligó a mantener una expresión serena. ¿Draco? ¿Qué podría tener Ginny Potter que decirle sobre su esposo? Las alarmas se encendieron en su mente, pero algo en los ojos de Ginny indicaba que lo que fuera a decir era serio. Y preocupante.

—De acuerdo —respondió Astoria, sin perder la calma—. Hablemos entonces.

Su semblante sereno no delataba el torbellino de emociones que comenzaba a gestarse en su interior. Lo que fuera a decir Ginny Potter no solo la preocupaba, sino que la preparaba para cualquier eventualidad.

—Lisi, tráeme una limonada rosa y unos panecillos, por favor. —Astoria lanzó una mirada rápida a Ginny—. ¿A usted se le ofrece algo? No, ¿verdad? —se contestó a sí misma sin darle tiempo a Ginny para responder—. Genial. Eso sería todo. Ah, y llévamelo todo a la piscina.

A través del tiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora