Draco está sentado, nervioso pero emocionado, en una de las sillas de plástico rígidas de la sala de espera de San Mungo, el hospital mágico, su pierna rebotando con una impaciencia que no podía controlar. La luz del sol entra por las grandes ventanas, llenando la estancia con un brillo cálido y tranquilizador, aunque su mente está llena de pensamientos acelerados. El murmullo distante de los médicos y las luces fluorescentes parecían agravar su malestar. Tenía las manos entrelazadas frente a él, pero sus nudillos estaban blancos por la presión.
Estaba esperando algo que jamás pensó que haría: el nacimiento del segundo hijo de Harry Potter... con Ginny Weasley. Un torbellino de emociones lo consumía, y a pesar de todo el autocontrol que había aprendido a lo largo de los años, no podía evitar sentir que el aire en esa sala era insuficiente, como si cada segundo que pasaba allí lo sofocara más.
Una enfermera pasó por delante, lanzándole una rápida mirada, reconociendo quizás la ansiedad en su expresión. Draco no era bueno disimulando sus emociones en estos momentos. Estaba preocupado, claro, no por Ginny, sino por Harry. Sabía cuánto significaba este momento para él. Y, aunque nunca lo admitiría en voz alta, había algo profundamente incómodo en estar aquí, esperando por el nacimiento de un hijo que no era suyo.
Se pasó la mano por el cabello, el gesto de nerviosismo que no había abandonado desde su juventud. Se sentía fuera de lugar, como si no perteneciera a este momento. Pero tambien sabía que el viaje hasta este momento ha sido largo y complicado y Harry, está a punto de dar la bienvenida al miembro más nuevo de su familia.
Sabe que es extraño, que no debe sentirse así, pero aparte de la incomodidad en el aire, tambien ronda la esperanza, la alegría y el amor.
Draco aún recordaba el momento en que había recibido el patronus de Harry, una ligera brisa fría que contrastaba con el cálido día de verano, trayendo consigo el mensaje que lo sacudió hasta los huesos: Ginny estaba en trabajo de parto. El cervatillo plateado que siempre lo tranquilizaba ahora le había hecho detenerse en seco, con el corazón en la garganta. Sabía que ese día llegaría, pero no de esa manera, no bajo esas circunstancias.
Ginny había permanecido en una pequeña prisión improvisada con aurores vigilando, esperando asi el día de su juicio, el fiscal dijo que estaban esperando a que diera a luz, asi podria llevarla directamente a Azkaban luego de su sentencia. Draco está seguro que el abogado de Ginny, pidio que no hubiera jurado, normalmente eso vendria a ser más facil, ya que le dejan la decision al juez, siendo más facil convencer a una persona que a veinte. Draco tambien esta conciente de que si sentencian a Ginny, le será muy difícil a Harry, pero las consecuencias de sus actos llevaron a ese momento tan amargo.
Volviendo al tema de la pequeña prisión durante una de las rondas de Harry, en la silenciosa celda, Harry y los aurores vieron que algo no estaba bien. Ginny, siempre fuerte y desafiante, se retorcía en su cama, el sudor perlando su frente. Los hechizos de silencio de la habitación, diseñados para mitigar las incomodidades de los ruidos externos, también habían ocultado los primeros gritos ahogados de dolor. No fue hasta que el líquido comenzó a gotear por sus piernas que todos comprendieron lo que estaba ocurriendo: el bebé estaba llegando.
Harry fue quien corrió a dar la alarma. Mientras los demás aurores preparaban todo para el inminente parto, él envió rápidamente su patronus hacia Draco. Sabía que, aunque sus caminos habían sido tortuosos, Draco tenía el derecho de estar allí, de recibir al bebé junto a él.
Ahora, sentado en la sala de espera de San Mungo, Draco revivía esos momentos. Pensaba en Ginny, en lo complicada que había sido su relación con ella en los últimos tiempos, y en cómo la vida podía ser tan impredecible y retorcida. Pero también pensaba en Harry, y en la vida que estaban a punto de empezar juntos como padres, sabiendo que, a pesar de todo, lo que importaba ahora era el bienestar del bebé que estaba por llegar.
Esa misma tarde, el bebé estaría con ellos, y con su llegada, cualquier lazo que uniera a Harry con Ginny finalmente se desvanecería. Porque el divorcio fue firmado un par de días después que diera su declaración una estrategia desesperada sugerida por su abogado, quien pensaba que hacer público el divorcio podría despertar la compasión del público. Sin embargo, el efecto fue el contrario. La noticia solo consolidó su imagen ante los medios y el Wizengamot como una mujer incapaz de aceptar la realidad, aferrada a una fantasía donde su esposo aún la amaba. Los rumores de su inestabilidad mental crecieron, y las opiniones que buscaban redención para Ginny solo se vieron eclipsadas por las voces que la tildaban de una mujer rota, enloquecida por su incapacidad de asumir la verdad.
Harry salió de la sala, sosteniendo un pequeño bulto envuelto en suaves mantas. La calidez del bebé contrastaba con la frialdad del pasillo, y una leve sonrisa iluminaba el rostro de Harry. A unos metros, Draco, que había estado esperando con impaciencia, corrió hacia él, su rostro iluminado por una emoción genuina que rara vez mostraba. Sus ojos brillaban de felicidad contenida.
—Saluda a Albus Severus Potter —dijo Harry, su voz suave pero llena de orgullo.
El rostro de Draco se transformó en una mezcla de sorpresa y asombro al escuchar el nombre del pequeño. Durante meses había intentado no dejar que los recuerdos de Ginny empañaran su nueva vida junto a Harry, pero en ese momento, todo lo que había ocurrido parecía quedar atrás. Ahora, ante él, no solo estaba Harry, sino también el niño que, en cierto modo, simbolizaba un nuevo comienzo.
La ilusión de conocer finalmente al bebé llenó el corazón de Draco de una alegría que no había experimentado en mucho tiempo. Sin poder contenerse, dio un pequeño salto en el lugar, lleno de emoción, deseando abrazar a Harry y compartir ese momento. Sin embargo, se detuvo, consciente de que no quería aplastar al pequeño Albus, quien dormía plácidamente en los brazos de su padre.
—Es perfecto —murmuró Draco, sus ojos fijos en el bebé, como si todas las sombras del pasado se desvanecieran con cada respiro del pequeño.
En ese momento, Harry y Draco compartieron una mirada, sabiendo que, aunque el camino había sido difícil, ahora tenían la oportunidad de formar una familia a su manera, junto a James, Scorpius y ahora Albus, sin las cadenas del pasado.
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A través del tiempo
Fanfictionel destino separo dos almas que parecían caminar juntas por el mismo sendero, será que ¿las volvera a juntar? después de todo, todos saben lo caprichoso que puede ser el destino.