capítulo 12

45 6 0
                                    

Narcisa no podía creer lo que escuchaba; estaba completamente confundida. Las palabras de Lisi parecían no encajar en su mente, y un nudo de inquietud se formó en su estómago.

—¿Estás hablando en serio, Lisi? —preguntó, tratando de procesar la información.

—Sí, ama Narcisa —respondió Lisi, sus ojos reflejando la preocupación—. No sé de qué hablaron, ni en qué momento se fue la señora Potter. Cuando llegué, la ama Astoria estaba tirada al pie de las escaleras. Apenas la vi, intenté correr a su encuentro y ayudar.

Lucius y Narcisa se miraron entre sí, un silencio pesado llenando la habitación mientras sopesaban la situación.

—Deberíamos ir a contarle a Draco —dijo Lucius, su voz grave y decidida—. Pero, ¿deberíamos hacerlo ahora, sabiendo que el aún se encuentra con el aun esposo de la sospechosa?

Narcisa frunció el ceño, pensando en las implicaciones.

—Quizás estamos siendo demasiado cautelosos. Tal vez la señora Potter no tenga nada que ver con esto. Pero aun así, es una testigo y debemos hablar con ella.

***

Harry estaba disfrutando del cálido sol de la mañana, observando a su hijo, James, perseguir a los pavos reales albinos que paseaban con gracia por el jardín. Las plumas blancas brillaban bajo la luz, y el ruidoso alboroto de James intentando atraparlos sacó una risa sincera de Harry.

A su lado, Draco se reía también, compartiendo la alegría del momento.

—Nunca pensé que los pavos reales pudieran ser tan veloces —comentó Harry, observando con atención cómo James tropezaba y se levantaba de nuevo, decidido a no rendirse.

—Esos pavos son más astutos de lo que parecen. —Draco sonrió, disfrutando de la calidez del día.

Mientras tanto, en el interior de la mansión, Scorpius estaba tranquilamente dormido en su habitación, vigilado por un elfo doméstico que se aseguraba de que todo estuviera en orden.

Narcisa y Lucius se acercaban al jardín con un plan cuidadosamente elaborado entre ellos. Lucius había decidido que entretendría a Harry mientras Narcisa se encargaría de alejar a James para poder hablar con Draco sobre lo que habían descubierto.

—Tu hijo es muy divertido —comentó Lucius, mirando a James correr detrás de un pavo real que había comenzado a alzar el vuelo.

—Y muy tierno —completó Narcisa, su mirada llena de afecto.

La expresión de orgullo en su rostro era evidente, mientras observaba cómo la risa de James resonaba por el jardín.

—Gracias...es mi rayito de sol.

—Harry, ¿Qué tal si vamos a jugar un partido de Quidditch? —sugirió Lucius, tratando de atraer la atención del joven padre.

—¡Suena genial! —respondió Harry, entusiasmado por la idea. La perspectiva de un partido informal siempre era atractiva, especialmente en un día tan bonito.

Mientras Lucius comenzaba a hablar con Harry sobre las reglas de un pequeño juego improvisado, Narcisa aprovechó la oportunidad para acercarse a James.

—Albus, querido, ¿puedes ayudarme a buscar unas flores para decorar la casa? —preguntó con una sonrisa encantadora.

—¿Flores? ¡Sí! —exclamó James, emocionado por la idea de una nueva aventura.

—Perfecto, ven conmigo —dijo Narcisa, guiando al niño hacia un rincón del jardín, lejos de la conversación de los adultos.

Mientras tanto, Lucius mantenía a Harry ocupado con historias de sus propias experiencias en Quidditch, intentando que el tiempo pasara rápidamente para que Narcisa pudiera hablar con Draco sin interrupciones.

A través del tiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora