capitulo 11

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El castaño tomó la mano de su pequeño hijo, y juntos caminaron por el césped. Los dos avanzaron hasta detenerse frente a la tumba. Dan se puso de rodillas para ofrecer sus respetos, y el niño también hizo lo mismo.

-Abuela, estoy aquí junto a Dojun. Hemos venido a despedirnos.

El pequeño Dojun se sentía un poco incómodo, sobre todo porque nunca antes había estado en un cementerio.

-¿Qué pasa, cariño? ¿Estás bien? -preguntó preocupado el castaño al ver los asustadizos ojos de su hijo.

-Mamá, aquí hay personas... ¿muertas, verdad?

El omega suspiró y le regaló una breve sonrisa.

-Sí, es cierto. Cuando morimos, dejamos nuestros restos en un lugar como este, pero nuestras almas suben al cielo, donde podemos proteger a nuestros seres queridos.

-¿Cuando yo muera también iré al cielo?

Dan suspiró.

-Claro, mi amor. Tú has sido un niño muy bueno, pero no pienses en eso, ¿sí? Porque falta muchísimo tiempo para que eso ocurra. Primero tienes que crecer, casarte y darme muchos nietos. Y cuando seas muy, muy viejito, entonces podremos estar todos juntos en el cielo.

El pequeño sonrió, pero luego parecía pensativo.

-¿Crees que cuando estemos en el cielo también esté mi padre?

Dan sintió un escalofrío recorrer su cuerpo. Siempre que salía ese tema se sentía así...

-¿P-por qué preguntas eso, mi amor?

-Porque tal vez mi padre se haya muerto, y a lo mejor ya está en el cielo.

Dan estrechó al pequeño en su pecho. No tenía valor para mirarle a los ojos. ¿Qué le podría decir? Sentía un dolor en su corazón siempre que su pequeño le preguntaba algo así, se estremecía ante la sola idea de que su hijo sufriera por ello.

Con los ojos llenos de lágrimas, tomó su pequeño rostro en sus manos y después de darle un beso en la frente, lo abrazó.

-Mi niño, yo soy tu madre, siempre recuerda eso -lo abrazaba como si no quisiera que se fuera nunca-. Yo te amo, mi pequeño, y no hay verdad más profunda que esa.

-Yo también te quiero mucho, mamá, pero por favor ya no llores. No me gusta que llores.

Ambos se separaron, y después de ponerles unas ofrendas a la tumba, caminaron de regreso al auto, que junto a MD y Chanwoo, los llevaría al aeropuerto.

-¿Todo está bien, Dan? -preguntó el alfa.

-Sí, todo está bien -entró en el auto y se sentó junto a su hijo.

-Los voy a extrañar tanto -decía el rubio dándole un beso al pequeño azabache.

-No te preocupes, seguro pronto nos volveremos a ver -le sonrió el castaño.

-De igual forma, los voy a extrañar mucho.

-Yo también te voy a extrañar, tío Chanwoo -corrió a abrazarlo.

-Bien, será mejor que abrochen sus cinturones, el auto se pondrá en marcha -anunció MD desde el puesto del conductor.

Dan suspiró y recostó su cabeza en la ventanilla mientras el paisaje de la ciudad le servía de recuerdos. Ahora regresaría a su casa, tenía trabajo pendiente, seguramente Dojun tendría tantas cosas que contarle a sus amigos, como por ejemplo...

Jaekyung...

Su nombre llegó como un choque eléctrico a su cabeza, su corazón se aceleró e inevitablemente sus mejillas se sonrojaron. ¿Era acaso Dojun el que se llevaba un buen recuerdo? ¿O era él?

I'm back/JinxDonde viven las historias. Descúbrelo ahora