El gran baile de la academia Nevermore era un evento esperado por muchos, una noche donde incluso las sombras de los pasillos parecían vibrar con anticipación. Para Enid, era más que una simple festividad; era una noche donde podía brillar, liberarse de las restricciones diarias y simplemente ser ella misma en un torbellino de música y risas.
Pero para Wednesday, era todo lo contrario. Los bailes, la música estridente y la multitud eran un anatema para su ser. Cuando Enid, con ojos llenos de esperanza, le pidió que la acompañara, Wednesday se rehusó con su típica frialdad.
- No es mi ambiente - fue su excusa, una barrera invisible erigida entre ellas.
- Si no fuera mi ambiente igual te acompañaría – replicó con algo molestia
- Yo no te obligaría a hacer algo que no te gusta.
Enid sintió cómo su corazón se hundía. La decepción se mezcló con una tristeza profunda, no solo por la negativa de Wednesday, sino por lo que implicaba. Era un rechazo a su mundo, a una parte de ella que valoraba la alegría y la celebración.
- ¿Así que nunca serás parte de mi mundo? - preguntó Enid, su voz temblorosa. - ¿Siempre seremos tú y yo en tus términos?
Wednesday no respondió de inmediato, su silencio un eco ensordecedor en la habitación.
- No es eso - dijo finalmente, pero sus palabras sonaban vacías incluso para sus propios oídos.
- Tal vez... tal vez deberíamos reconsiderar esto - dijo Enid, la palabra "dejar" colgando sin decir entre ellas, una amenaza silenciosa a su incipiente relación.
Wednesday la miró, y por primera vez, el miedo se asomó a sus ojos. La posibilidad de perder a Enid, de perder el único rayo de luz en su mundo de penumbras, era más aterradora de lo que quería admitir.
- Enid - dijo, alcanzando su mano. - Dame tiempo.
Enid se detuvo, su conflicto interno claro en su rostro. Quería creer en Wednesday, en ellos, pero ¿a qué costo?
- Te daré tiempo, Wednesday - concedió Enid, pero su voz no ocultaba su dolor. - Pero no puedo vivir en las sombras para siempre.
Y así, mientras el baile continuaba sin ellas, la música un murmullo distante, ambas se enfrentaban a su primer gran prueba. Una prueba no solo de su amor, sino de su voluntad de encontrar un camino común entre la luz y la oscuridad. Y mientras las risas y la música llenaban los pasillos, una habitación permanecía en silencio. Enid yacía en su cama, su vestido de baile colgado sin usar, una sombra de tristeza y coraje en su rostro. Había decidido no ir, el dolor de la decepción era demasiado fuerte, discutir con su novia le arrebatada totalmente energía.
Wednesday se miraba en el espejo. Vestida de gala, con un atuendo que desafiaba su habitual oscuridad con un toque de elegancia, tomó una decisión. Con un suspiro, salió del baño y se dirigió hacia Enid.
Al abrir la puerta, encontró a Enid con los ojos cerrados, fingiendo dormir para evitar la realidad de la noche. Wednesday se acercó suavemente.
- Enid - dijo con voz suave pero firme. - Todavía podemos ir al baile. Hay tiempo para una pieza, si te apuras.
Enid abrió los ojos, su mirada llena de un dolor que no podía ocultar.
- No, Wednesday - respondió, su voz quebrada. - ¿Por qué siempre tienes que esperar hasta el último momento? ¿Por qué siempre tienes que... arruinarlo antes de hacer algo por mí?
Wednesday sintió el peso de las palabras de Enid, una culpa que la envolvía como una manta pesada.
-Enid - murmuró, su habitual compostura desmoronándose. - No quise...