El sol se ponía sobre la Academia Nevermore, tiñendo el cielo de tonos rojizos y morados que recordaban a Enid al cabello de Wednesday. Suspiró, mirando por la ventana de su habitación compartida, preguntándose por enésima vez cuándo su situación con Wednesday finalmente se definiría.
Habían estado "saliendo" durante semanas, si es que se le podía llamar así. Paseos discretos en el bosque, roces de manos bajo la mesa durante las clases, miradas intensas que duraban más de lo normal. Pero nada oficial, nada concreto.
Enid recordó su último paseo por el bosque, hace apenas unos días. Wednesday había estado particularmente callada esa tarde, más de lo habitual. Caminaban cerca, sus brazos rozándose con cada paso. En un momento, Wednesday tropezó con una raíz, y Enid la atrapó instintivamente, sus brazos rodeando la cintura de la chica gótica.
Se habían quedado así, congeladas, por lo que pareció una eternidad. Enid podía sentir el corazón de Wednesday latiendo rápidamente contra su pecho, podía ver el ligero rubor en sus mejillas pálidas. No había duda en la mente de Enid: esto era mutuo, tenía que serlo.
Pero entonces Wednesday se había apartado, murmurando un "gracias" apenas audible, y el momento se había esfumado.
Enid moría por tomar la iniciativa, por preguntarle a Wednesday directamente si quería ser algo más si eran algo más. Pero cada vez que reunía el valor, el miedo la paralizaba. ¿Y si asustaba a Wednesday? ¿Y si la presionaba demasiado y arruinaba lo que tenían?
Por su parte, Wednesday estaba sentada en su escritorio, aparentemente concentrada en un libro de hechizos oscuros. Sin embargo, su mente estaba lejos, perdida en pensamientos sobre Enid y su complicada situación.
Recordó la clase de Gárgolas y Grimorios de esa mañana. Enid se había sentado a su lado, como siempre. En un momento, sus manos se habían rozado mientras ambas alcanzaban el mismo ingrediente para la poción que estaban preparando. Wednesday había sentido una chispa de electricidad recorrer su cuerpo ante el contacto.
Miró de reojo a Enid, notando cómo la chica lobo sonreía suavemente, sus ojos fijos en la tarea pero con un brillo especial. ¿Habría sentido Enid la misma chispa? ¿O solo estaba siendo amable, como siempre?
Wednesday nunca había sido buena con las emociones o las relaciones. La idea de tomar la iniciativa, de exponerse de esa manera, la llenaba de una inseguridad que odiaba admitir. ¿Y si había malinterpretado las señales? ¿Y si Enid solo estaba siendo amable?
"Hey, Wednesday," la voz de Enid interrumpió sus pensamientos. "¿Quieres ir a dar un paseo?"
Wednesday cerró su libro, agradecida por la distracción. "Supongo que un poco de aire fresco no me vendría mal."
Caminaron en silencio por los terrenos de la academia, sus manos rozándose ocasionalmente, era prácticamente una costumbre. Cada roce enviaba escalofríos por la columna de ambas, pero ninguna se atrevía a entrelazar sus dedos completamente.
Enid pensó en todas las veces que habían estado así, tan cerca pero sin dar el paso que cruzara el límite de la amistad hacia algo más. Recordó la vez que se habían quedado hasta tarde en la biblioteca, estudiando para los exámenes finales. Wednesday se había quedado dormida sobre sus libros, y Enid no pudo resistir apartar un mechón de pelo de su rostro. Wednesday había murmurado algo en sueños, inclinándose hacia el toque de Enid. En ese momento, Enid había estado segura de que lo que sentía era correspondido.
"Así que..." comenzó Enid, rompiendo el silencio. "¿Has pensado en... nosotras últimamente?"
Wednesday se tensó ligeramente. "¿A qué te refieres exactamente?"