Promesas Final

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Wednesday y Enid, una vez inseparables, ahora se encontraban en un impasse, su relación colgando de un hilo tan delgado como la luna creciente en el cielo nocturno.

Las semanas habían pasado desde su acuerdo de ser "solo amigas", un término que se había convertido en una máscara para el dolor y la añoranza que ambas sentían. Cada encuentro casual en los pasillos, cada mirada compartida durante las clases, era un recordatorio de lo que habían intentado dejar atrás.

Wednesday y Enid se sentaron en la cafetería de la academia, sus tazas de café desatendidas entre ellas, un símbolo de la normalidad que ambas pretendían alcanzar.

"Escuché que te invitaron a la exposición de arte," dijo Wednesday, su voz tranquila, pero sus ojos no lograban ocultar el destello de celos. "¿Vas a ir?"

Enid asintió, su respuesta un murmullo. "Sí, iré."

"Con alguien especial, ¿supongo? Dado a tu poco interés hacia el arte" La pregunta de Wednesday llevaba un filo, una insinuación pasivo-agresiva que no pasó desapercibida.

Enid frunció el ceño, percibiendo la tensión subyacente. "Solo como amigas," respondió, enfatizando la última palabra, un recordatorio de su nuevo estatus.

Y de la misma forma, cada encuentro era un recordatorio de lo que habían perdido. Las risas compartidas ahora eran forzadas, los silencios incómodos, y las miradas esquivas. La amistad que habían acordado se sentía como una melodía tocada en el tono equivocado, disonante y dolorosa.

Wednesday se encontraba en la biblioteca, sus ojos recorriendo las páginas de un libro antiguo, pero su mente estaba en otro lugar. Enid había estado distante últimamente, y aunque Wednesday sabía que era parte del acuerdo, no podía evitar sentir una punzada de celos cada vez que veía a Enid reír con alguien más.

"¿Estudias para el examen de hechizos?" La voz de Enid interrumpió sus pensamientos, suave pero cargada de un nerviosismo apenas perceptible.

Wednesday levantó la vista, encontrándose con los ojos de Enid, que reflejaban la luz de la lámpara de lectura. "Algo así," respondió, cerrando el libro con más fuerza de la necesaria.

Los días siguientes fueron un baile delicado de acercamientos y distancias, con ambas intentando navegar las aguas turbulentas de su nueva realidad. Los comentarios pasivo-agresivos de Wednesday se hicieron menos frecuentes, reemplazados por intentos torpes de conexión.

Wednesday

La vida después de Enid, es como caminar por un museo después de que todas las obras de arte han sido cubiertas con sábanas blancas. Todo sigue ahí, pero la esencia se ha desvanecido. Las risas en los pasillos suenan huecas, y cada vez que nuestros ojos se encuentran, hay un destello de lo que fue. La risa de Enid, que una vez fue la banda sonora de mis días, ahora era un susurro lejano que me perseguía en la soledad de mi habitación. La vi hoy, riendo con alguien más, y sentí cómo el celos se enredaba en mi pecho como una enredadera venenosa.

La rutina es una tortura disfrazada de normalidad. Enid está ahí, tan cerca y tan lejos, como una estrella que puedo ver pero no tocar. Me pregunto si ella siente la tensión que se cierne sobre nosotros, invisible y omnipresente.

"Me gusta tu suéter," digo, señalando la prenda que no tiene nada de especial, solo para romper el silencio.

"Gracias," responde, y hay un atisbo de la calidez que solía envolvernos. Pero se desvanece rápido, reemplazado por la frialdad de la distancia.

Nos movemos en una danza de proximidad y alejamiento, un paso hacia adelante, dos hacia atrás. Los celos brotan en momentos inesperados, cuando la veo reír con alguien más, o cuando alguien comenta lo bien que se ve.

Wenclair One shotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora