En la gélida Academia Nevermore, la noche del plenilunio se cernía como una bestia voraz. Enid, la radiante chica lobo, luchaba contra la marea de sus instintos, sus feromonas amplificadas por la luna que la observaba desde lo alto.
A pesar de los supresores que consumía, su cuerpo anhelaba liberarse, rugir y correr bajo la luz plateada. En la penumbra de su habitación, Enid se retorcía inquieta, frotando su cuerpo contra la suave tela de su almohada. Un gemido ahogado escapó de sus labios, un sonido cargado de deseo y frustración.
En el otro lado de la habitación , Wednesday , la macabra y perspicaz Addams, no pudo evitar escuchar el angustioso lamento de su amiga. Un escalofrío recorrió su pálida piel, una mezcla de curiosidad y preocupación. Sin dudarlo, se levantó y cruzó el pasillo hacia la habitación de Enid.
Al entrar, la encontró enredada en las sábanas, su rostro sonrojado y sus ojos dilatados por la excitación. Un aroma embriagador, dulce y salvaje, impregnaba el aire. Wednesday se acercó cautelosamente, sintiendo una extraña calidez en su pecho.
Enid, al verla, se sobresaltó. "¿Wednesday?", murmuró, su voz ronca por el deseo reprimido. "No deberías acercarte", agregó, tratando de apartarse, pero la fuerza de la transformación la consumía.
Wednesday ignorando su débil protesta, se sentó a su lado. "¿Qué sucede, Enid?", preguntó con su voz profunda y serena. "La luna...me controla", gimió Enid, sus manos temblorosas acariciando su propio rostro. "Necesito... Liberarme".
Wednesday la observó en silencio por un momento, sus ojos negros absorbiendo cada detalle de la transformación de su amiga. Luego, sin decir una palabra, se inclinó y besó la frente de Enid. Un chispazo recorrió el cuerpo de la chica lobo, encendiendo un fuego que solo la luna podía despertar.
En ese instante, Wednesday supo lo que debía hacer. Ayudaría a Enid a liberar su bestia interior, a aceptar su naturaleza salvaje. Con movimientos lentos y precisos, comenzó a desabrochar los botones de la camisa de Enid, revelando su piel suave y marcada por las primeras señales de la transformación.
Enid jadeó, sus ojos clavados en su amiga, sintiendo una mezcla de miedo y placer ante su toque. La oscuridad de la habitación se convirtió en un refugio íntimo, donde solo existían ellas dos y la energía creciente que las envolvía.
Wednesday continuó acariciando el cuerpo de Enid, explorando cada curva y cada centímetro de su piel. Sus labios rozaron los de Enid en un beso tímido, cargado de la promesa de algo más. Enid correspondió al beso, sus manos enredándose en el cabello negro de Merlina.
La habitación se llenó de un gemido ahogado cuando Enid se arqueó bajo el toque de Wednesday. La transformación se completaba, liberando a la mujer lobo que habitaba dentro de ella. Sus ojos brillaron con un tono dorado, sus colmillos asomaron por sus labios y un rugido gutural escapó de su garganta.
Wednesday sonrió, una sonrisa apenas perceptible en su rostro pálido. La oscuridad de la habitación se iluminó con un brillo sobrenatural, reflejando la belleza salvaje de Enid. En ese momento, bajo la luz de la luna llena, su amistad se transformó en algo más profundo, un vínculo que las unía más allá de lo racional, más allá de lo natural.
Juntas, Wednesday y Enid exploraron los límites de su nueva conexión, guiadas por la luna y la necesidad de aceptación y placer. La noche se convirtió en un torbellino de sensaciones, donde la oscuridad se mezcló con la luz, lo macabro con lo salvaje, y la amistad con el deseo.
Al amanecer, la luna se ocultó y la transformación de Enid llegó a su fin. Exhausta pero satisfecha, se acurrucó junto a Wednesday , buscando el calor de su cuerpo. Esta la rodeó con sus brazos, sintiendo una oleada de proteccion hacia su amiga.