Su pequeño estomago hacía ruidos, pidiendo un poco de comida, anoche solo había comido un paquete de ramen y no se había llenado para nada pero fue lo único que su mamá le había dado. Y ni hablar de agarrar de comida de más. Esperaba vender todos los dulcecitos que traía para poder comer un poco más cuando llegara a casa.
El pequeño Jimin pasaba por un parque donde se veía familias reunidas y felices. Estaban comiendo y conviviendo.
Familia...
Algo que no sabía que era, porque tener a su mamá no quería decir que eso fuera el significado de "familia". Su mamá nunca lo abrazaba como aquella señora lo hacía con aquel pequeño niño. Al ver aquella escena su corazón se apachurro un poco. La sensación fría de sentirse solo era como sentir miles de alfileres pasar por tu piel.
Sin querer, se quedo mucho tiempo viendo aquella escena, pues como cualquier otro niño de 6 años, le gustaban los abrazos de mamá. Al parecer, no todos los niños gozaban de aquel privilegio, Jimin era uno de esos niños que no lo gozaba, desde que tiene memoria su mamá nunca lo abrazo así. Estrechándolo en sus cálidos brazos o dejando un pequeño beso en su mejilla y mucho menos un te quiero.
También se dio cuenta que su ropita estaba un poco desgastada y sucia, él quería sentirse limpio y con ropa bonita.
¿Porqué él no podía tener eso? Una familia, una mamá que lo quisiera o le diera un abrazo. Siempre añoro que su mamá lo despertara con un buenos días y con el desayuno listo.
Sin darse cuenta, hizo un puchero, queriendo llorar porque todo se le hacía injusto. Amargamente, limpia alguna lagrima rebelde que se pudo haber filtrado por la comisura de sus ojos.
Siguió su camino, sin darse cuenta que un niño curioso de ojos brillantes había robado su atención desde que se quedo parado viendo aquella escena.
—¡Oye!—gritó el niño desconocido—¿quieres jugar?—le preguntó con un pequeño sonrojo en sus mejillas.
Jimin volteo para ver a quien le hablaba aquel niño de ojos brillantes. Se dio cuenta que el único que estaba cerca. Aun sabiendo eso, le pregunto.
—¿Yo?—dijo un poco tímido.
—Si, ven, juguemos un poco acá, en lo que mamá termina de sacar la comida de los recipientes—¿te parece?
Jimin no entendía porque aquel niño desconocido le hablaba como si lo conociera, aunque no se sintió incomodo. Así que solo lo siguió, el niño lo había tomado de la mano para acercarse a una resbaladilla cerca.
Jugaron un poco y Jimin se sintió por primera vez como niño, se preocupo solo por jugar y nada más. Aquel niño lo hacía reír y lo distrajo de todo lo malo que iba en su muy corta vida. Después de un rato, una voz femenina hablo.
—Hijo, ven a comer—gritó una señora afuera de la resbaladilla.
—Ya voy mamá—contestó el niño—le avisaré que te invite a comer, ¿esta bien? no te vayas, espérame.
Jimin espero al niño, tenía mucha hambre, así que opto por quedarse. Si su mamá se enojaba por no vender los dulces y decidía no darle de comer, pues no le importaba, porque ya habrá comido.
—Ven, mi mamá dijo que estaba bien—apareció en su campo de visión aquel niño amable y bonito.
Bajaron de aquel juego, al caminar al lugar donde se encontraba su mamá, el niño le volvió agarrar la mano, se sintió comodo, así que no puso objeción ante eso.
Llegaron con la señora y él se sintió pequeñito, tímido y temeroso que le dijera algo por su aspecto pues mucha gente ya lo había hecho.
—Mamá, él es el niño que te hablé, con el que estaba jugando—dijo sonrientemente.
Jimin se escondió en el pequeño cuerpo del infante.
—Hola, cariño, ¿tienes hambre?—preguntó amablemente la señora, dedicándole una sonrisa que le genero confianza.
Jimin solo asintió con la cabeza aun tímido detrás de aquel niño.
La señora le sirvió un sándwich, un poco de bolitas de pollo y le dio un juguito de mango. Su estomago rugió hambriento. Aunque la señora y el niño escucharon su estomago, solo se dispusieron a comer. Fue agradable.
—Dime, cariño, si no te incomoda, ¿tus padres?—pregunto la señora.
—mmm... mamá esta en casa—contesto Jimin terminando de masticar su sándwich dejando boronas en sus mejillas.
—¿Andas solito?—consternada preguntó la señora.
—Si, señora—contestó Jimin como si fuera lo más natural. Bueno, al menos para él si lo era.
La señora se quedó sorprendida con la naturalidad con la que aquel pequeño decía que andaba solo. Obviamente ella se había dado cuenta de lo desgastado de su ropa, algunas partes de su rostro con un poco de suciedad. Era un niño descuidado y el sonido de su pancita pidiendo comida, era sinónimo que pasaba hambre a parte de su notable delgadez.
—¿No vas a la escuela, cariño?— volvió a preguntar la señora, mientras veía como tomaba de su jugo el pequeño.
—¿Ecuela? —ladeó Jimin su cabecita confundido.
Entonces entendió que el niño tampoco asistía a la escuela. No quería juzgar a la mamá del niño pero un niño deambulando solo, descuidado y hambriento.
—Cariño, ¿qué haces solito en la calle? ¿Porqué tu mamá no te acompaña?—dijo preocupado.
—Es que mamá trabaja en casa, yo trabajo fuera para comer—dijo a las pocas palabras que sabía formular un niño de 6 años.
—¿En qué trabaja tu mami, amor?—preocupada por lo que fuera a decir el pequeño.
—No sé, mucho hombre van a casa—contestó Jimin. Sin saber la sorpresa que causaría en aquella mujer.
La mujer desconocida quedó muda después de aquella respuesta. No sabía que decir, el pequeño vivía en un entorno que no era apto.
Aquel día fue el primero de muchos en el aquel niño y esa señora pasaban tiempo con Jimin. Dándole alegría y comida a un ser que buscaba eso desde hace mucho. Aquel niño y esa señora hicieron feliz aquel niño y no saben el bien que le habían hecho. Los dos niños se tomaron cariño. Eran unos grandes amigos. Hasta un punto que aquel niño llegó a decir que ojalá Jimin fuera omega para él poder su alfa. La mamá solo rió de aquel comentario de su hijo. Un día antes de que se dejaran de ver, aquel niño le regaló un peluche en forma de patito. Jimin lo cuidó como su más grande tesoro.
Jimin dejó de verlo porque su mamá se dio cuenta que la señora siempre le compraba los dulces a su hijo. Y según ella, era una pérdida de tiempo. El niño se puso triste al ya no ver a su amiguito pues con él podía ser solo niño. Sin hambre y mucha diversión, obviamente la calidez y cariño que la señora le brindaba.
Con el tiempo Jimin lo olvido o solo lo ocultó, así como todo.
Pero aún Jimin guardaba ese patito, el patito que le regaló su amigo kook. Solo recordaba eso de él.
Una lágrima bajaba por su mejilla cuando abrió los ojos, pues una vez más había soñado con aquel amigo. Siempre era así cuando soñaba con él. No se explicaba porque. Bueno, eran tonterías de niños.
O al menos así lo justificaba Jimin para que no le dolería que su mamá lo alejó de alguien que le hacía feliz.
Amargamente ante los recuerdos de su madre, se levantó de su cama y se dispuso ir a bañarse pues tenía que ir a la universidad.
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💎𝙳𝚒𝚊𝚖𝚘𝚗𝚍 𝚝𝚑𝚘𝚛𝚗𝚜 💎
FanficJimin era hermoso, tenía una belleza etérea que era sinigual, lo hacía resaltar ante los demás. Él destacaba porque no solo era bonito, si no también, muy inteligente. ¿Su mejor movimiento? Decidir convertirse en el omega de Jeon Jung Kook. Herede...